29.1.07

Jaime Morales Quant
Literatura y Lingüística
Universidad de Cartagena VIII semestre


Umbral y caída:
Una aproximación a la palabra en Rostro en la soledad

Héctor Rojas Erazo

Vivir vivir en las tinieblas /
entre cadenas de anhelos tiránicos
collares de gemidos/
y un eterno viajar en los adentros de sí mismo/
con dolor de límites constantes
y vergüenza de ángel estropeado
/ burla de un dios nocturno
.

Vicente Huidobro



La poesía, en tanto resultado de un encuentro íntimo – urdido de soledades habitadas e incisiones - convoca numerosos trazos de lo que nos conforma, y los lleva como alguna procesión sin orden, variante , compleja : nuestros afanes y nuestras preguntas, la persistencia de los sueños y las vehementes voces ; el modo de estar en el tiempo con los otros y las cosas, afuera-adentro, adentro-afuera, y esa multitud de ritmos trémulos que nos encierran. Veremos cómo una obra poética de Héctor Rojas Herazo (Rostro en la soledad) permite advertir algunas de sus búsquedas espirituales , recogiendo parte de sus dramas , de sus internos cataclismos y redenciones .

De manera precedente a cualquier indagación , es necesario aludir a un hecho de orden estructural que se hace tanto relevante como explícito en la obra mencionada: ésta se halla dividida en tres secciones específicas, tres microcosmos de sentido. Así, dentro de los propósitos aducidos , estará el de proponer una interpretación posible sobre dicha división, y rastrear la forma cómo tales partes se vinculan desde una perspectiva temática.

El primer poema[i] , límite y resplandor, nos enseña algunas reflexiones de carácter esencial . Habla de una privación iniciática, o si se quiere, primigenia. Veamos entonces:

Algo me fue negado desde mi comienzo/
desde mi profundo conocimiento. Y he velado dulcemente sobre las espadas que segaron mi luz /
con nocturno rostro me he alzado /
a batallar en el esplendor de mis dormidas normas /
y en otra sombra abatida he pronunciado mi nombre , /
mi tremendo mi orgánico nombre ,mi nombre/
bajo el sueño de un ángel...(p.9 )[ii]

Queda expresada la presencia de una ausencia. Algo ha sido negado desde el comienzo, y se inaugura la problemática de una incompletud en el ser. El sujeto asume el movimiento de reconocerse: lanza su nombre, y sale a batallar en el esplendor de sus dormidas normas. Y en efecto, lo anterior lleva a pensar en una exploración, en esa búsqueda vertida sobre sí. El poema construye una atmósfera de soledad derramada; nos sitúa frente a un hombre cuestionándose, abriéndose el enigma , revisando lo que es, tanto en su dimensión corpórea como espiritual. Sin embargo se produce una curiosa alusión a lo divino: aquél nombre es pronunciado bajo el sueño de un ángel. Y esta situación insta la pregunta por la soledad del ser viviente: ¿se halla irrecusablemente sólo y se sabe sólo, o se piensa hijo de alguien o de algo, acaso de un inefable dios, por ejemplo? Inquietudes como estás serán abordadas de manera ulterior mediante un análisis relacional.

Otro poema llamado Adán constituye un interesante complemento del anterior:

...Estás solo, /biológica y hermosamente solo, /
anterior a los padres /
en la satisfacción de tus miembros frente a la lluvia ./
Rodeado de substancias estrenadas por tus sentidos ...

...Estás verde de soledad y Paraíso.
Has llegado a tus huesos de hombre/ c
omo a un lugar remota y duramente anhelado...

...Adán estás bello de soledad/
estás oloroso a soledad./
Atento únicamente a la huella de tu cuerpo inesperado....

...Tu soledad es costumbre de días ,/ olfato vigoroso ,/ hambre...

...Tu orgánico suplicio de ángel que se despierta hombre/
de hombre sin respuestas /
de fruta sin raíz ./
Te palpas tu vientre y los labios...

Estás castigado Adán, castigado de hombre , /
no puedes ni siquiera sollozar/
porque no tienes orilla para sentirte desterrado...(p.17 )

Podríamos sostener que la condición misma del hombre implica una privación, quizás de doble o de triple vía, que pareciera una tragedia : por una parte, está la mortalidad; por la otra, la inhabilitación para concretar una omnisciencia . Desde su condena, Adán encarna la privación del padre velado . Eventualidad que revivirá como una de las grandes inquietudes metafísicas en los seres, bajo el modo de la pregunta por un creador. Y es que tales carencias originan la angustia por el no saber de donde somos , a qué vinimos, de qué se trata la existencia , o quién nos crea... Con ello, ser hombres es representar una soledad ; estar ante nosotros y ante la muerte como la imposibilidad de las posibilidades[iii]. Adán reside aislado , desconociendo sus raíces , y de hecho, sus bases ontológicas resultan un arcano cubierto de palabras inasibles. Pero carga los rastros divinos en alguna parte; en un pasado fue ángel, y aún guarda sobre sí el color del paraíso. Esto confirma la idea anotada con anticipación y lanzada como sospecha : el hombre quizás proviene de una “fuente” celeste que lo arrojó a un estado de soledad donde él mismo debe fraguar el conjunto de sus respuestas. Y aquí, en la inmensidad de tal realidad, se indaga , se busca , se desespera, se fastidia , confirma su aislamiento. Leamos el poema titulado Palabras para aventar en el olvido:

...Habíamos contado con nuestro cuerpo y nuestro sentidos han huído . Nada hemos realizado. Detrás no pueden justificarnos ni el almendro que creció junto al pozo/
ni la ventana abierta para darle los buenos días a un vecino...

...estamos como los niños /
cuando tropiezan con el muro en la mitad de un juego...
...y nada es nuestro... (p.22)

El sentimiento de despojo es evidente. Pone de manifiesto una verdad inexorable y al tiempo triste : la realidad, o la existencia, antes que hacerte olvidar la condena de ser hombre , te la repite , con toda la soledad que pesa sobre ello. La imagen de Adán surge como la figura del hombre primero, pletórico de preguntas y de “indirecciones”. Pero también la del hombre de ahora, confuso y ante su condición mortal . Y todos cargaríamos de alguna manera la agonía de ese primer existente; en el fondo todos somos el Adán desnudo reconociéndose perdido y sin embargo caminando , tras la búsqueda de alguna señal que nos aclare. Ahora bien , en más de una ocasión nos concebiremos como carga inútil, como un lastre absurdo . Es así que Rojas Herazo escribe:

...Nos acomodábamos en los puentes, y escuchábamos los sonidos lejanos , la respiración de la ciudades y el latido de los puertos . Pero en todo fuimos carga inútil . Nuestro nombre fue solamente un número transitando en avenidas innecesarias...(p.22)

Al parecer cada objeto que existe fuera de nosotros reafirma nuestra no existencia en él . Cada exterioridad con respecto al yo, corresponde a una alteridad en la que ni estamos ni somos; y en consecuencia, nada nos pertenece. Las indagaciones que hace el poeta permiten encontrarnos con temas como la pregunta sobre el Ser, que, como sabemos, preside gran parte de la historia de la filosofía: ...Algo socava, vive, /nos empuja los árboles, /los días, las preguntas,/ curva sobre nosotros el filo de un idioma ignorado...(p. 20) . Es por esto que cabe hablar de una disposición metafísica. De una circulación por “cuestiones límite”en la estética de Herazo: ¿Por qué existen las cosas? ¿Por qué es el ser y no más bien la nada? ¿Existe un dios y qué características poseería en caso de existir? ¿Cuál es la diferencia entre materia y espíritu? ¿La voluntad del hombre es libre? ¿Todo está en permanente cambio o existen cosas o relaciones que permanecen invariables a pesar del cambio? etc.[iv]

Además de ello , las indagaciones sobre la muerte ocupan un destino relevante : parte ineludible de nuestro vida como temporalidad. En el poema llamado Ráfaga de viento afloran imágenes relacionadas con dicho tópico: Veníamos de los muertos / y traíamos la seguridad / de haber encontrado las palabras nuevas/ con qué nombrar su reposo...(p. 14)

Es claro que existe una exploración espiritual- valga repetirlo- de ese hombre solo , buscando con su cuerpo la razones que lo sustenten, y concretando el lenguaje que le permita hablar del reposo mortuorio, más allá del miedo y la incertidumbre . Ciertamente la muerte, junto con la infancia, constituyó unas de las principales obsesiones del poeta:

Dos de sus obsesiones centrales se fraguaron en torno a la infancia y a la muerte ...Por ello nos dejó encendido su relámpago al comunicarnos que : “la poesía , fuente primera y última de todo conocimiento, no es otra cosa que infancia- miedo de altísimos quilates- alojada en el centro de nuestra conciencia... Y fue el miedo infantil, la conciencia temprana de la muerte, el que según él, encendió la chispa poética , que lo mantuvo iluminado por el resto de su vida[v].

Por otra parte, se produce el encuentro con un ángel sentado encima de las tumbas, que divide la compleja profusión del silencio: ...en algunas había ángeles/ dividiendo el silencio con su dedo de mármol.(p.14)

Otra vez aparece lo divino o lo celeste involucrado entre la tierra, pero envuelto en la gravedad de un mutismo sostenido. El poema La casa entre los robles conforma un objeto significativo al respecto. Ejemplifica un estado de percepción con relación a una divinidad: Algo de Dios , entonces , llegaba a las ventanas / algo que hacía más honda la casa entre los robles... (p.11)

Lo que llega de Dios, para utilizar las misma palabras de Herazo, nos llega en silencio también . Pareciera que si bien lo divino cobra presencia , no es revelador en tanto guía de la vida espiritual del hombre; como si después de la condena, de una expulsión del paraíso, la existencia humana hubiese quedado confinada así misma . En otras palabras, lo que se quiere manifestar es que en la divinidad no se perciben ofrendas de salvación , y ni siquiera, de respuestas a las perplejidades del ser. Se erige así una soledad acompañada de los otros, de los ángeles y dios , pero al fin al cabo , una soledad aguda, que se extrema tras los días .

Sin embargo, un poema como El encuentro (diálogo de las tres agonías ) deja ver que cada una de éstas ,es decir, el padre, la madre y el hijo, figuran como instancias cuya sed de compañía se trasfigura en fuerza penetrante; son seres dominados por una avidez frenética y miedosa: la madre y el padre anhelan al hijo, y el hijo, a su padre . Individualidades a los que les urge de un modo desperado la aparición del nuevo ser , y depositan en tal hecho un alto nivel de plenitud:

EL HOMBRE
Me prolongaré y he de darte, al fin, / l
a parte del árbol y piedra/
que largamente he soportado como un secreto./
Yo sentía , aquí, en mi mas hondo lugar de hombre,/
tu necesidad y tu reclamo...

LA MUJER
...Yo te decía : Míralo/
y me quedaba con los ojos lejanos y huecos /
porque algo de él subía a perderse, a gritar/
a quitarme la luz/
a batallar con los objetos monstruosos./
Yo estaba muda en el centro de mi júbilo y mi cuerpo era como una lámpara ...

EL HIJO

...Ahora estoy junto a ti /
ahora mis sentidos pueden oir tu voz /
y reconocer loq ue largamente ha esperado mi llegada... (p.24)

Bien podría decirse que un poema de esta clase , conduce a evaluar afectivamente algunas realidades que logran atenuar “ese sentirse isla que nos pesa”. Y una de ellas corresponde efectivamente al amor . Como fuerza cohesionadora, como lo que agrupa ; es el Eros[vi]que genera lazos fuertes y contrae la idea del despojo. Por ello, el nacimiento del hijo constituye la posibilidad de dar vida y ofrecer la vida , de un alimento existencial, de la compañía recíproca que salva. Es notorio que los tres personajes poseen la sed de respuestas que hemos señalado con antelación. Y que cada uno , desde su singularidad , se arma de pesquisas; que cada uno arde esperando el momento preciso de un desvelamiento. La diferencia que marca este poema se traduce a la introducción del tema de la unión . Por lo demás, el hijo estará impulsada por ese deseo de Adán de conocer a su raíz. Pero no podemos negar que la diferencia deviene notable : a diferencia de aquél podrá observar a sus padres y recibir el amparo : disociarse de los bruscos caminos de la desprotección.

Por su parte, la necesidad de una comunidad o aldea armonizada se hace presente en otro de sus poemas: la agonía del soldado :
...Esto pedimos, esto no más,/
un niño/ viendo pasar el aire dulcemente ./
una mujer , un surco y una flauta ./
Un pan bajo la lámpara ./
el saludo de un amigo , su risa fatigada./
el llanto por un muerto/
la sombra de la casa y un camino / p
ara llegar , para soñar con todos ...(p.35)

La nostalgia y el sentimiento de abandono causado por la evanescencia de las cosas en el tiempo , representa una temática explícita en El habitante destruido. El poeta prepara la reflexión de que todo aquello que en el tiempo es , en algún instante dejará de serlo; y se vestirá de una caducidad irreparable . El hombre ha conseguido su lugar, que es el tiempo y la condena del tiempo[vii]. Entonces nace la melancolía como respuesta, con esas vastas ramas hacia arriba y sus mañanas ocres . Veamos:

Por estas huellas de hombre , de pájaro o suspiro , /
podríamos alzarnos hasta aquella ciudad/
y verla nuevamente en la plenitud de sus torres/
y en el rumor de sus ventanas/ sentirla reposar en el hervor de sus muertos /
y largarse, más allá de las lámparas ...

... Todo en verdad , fue construido por el tiempo. Él quiso ser ladrillo y bronce /
y sopló en nuestras manos /
para que aprisionáramos el aire y el perfume /
en el recinto de los edificios /
entonces todos trabajaban como construyendo algo que iba ser perdurable y tranquilo/
Y recibían su jornal de júbilo por cada espacio habitable robado a la soledad...(p.31)

Las alusiones a una comunidad fraternal son ostensivas. Con ello, Rojas Herazo nos ha mostrado una realidad en la que yace la condición de lo unificado, habitada por seres sensibles; por una gran alianza o sentimiento de hermandad.

Otro elemento sustancial queda sugerido en el poema Narciso Incorruptible, donde se expresa la historia de un hombre que se asoma al agua para verse, con una propensión al explorar, al querer saber. Y es esa ansiedad , llamémosla , ontológica, metafísica o cognoscitiva, la que encarna el personaje en cuestión: ...Pero vives, / retornas cada día/ a mirarte, a mirar por nosotros / nuestra arcilla extasiada en el agua del mundo...

Ante nosotros, se halla una reiteración de la tendencia que tiene el hombre a perseguir un sentido, a preguntarse sobre sí y sobre las cosas. Pero justo en este instante aparece un rasgo inesperado: la arcilla reside extasiada ante el agua del mundo. Y esto podría indicarnos que la poesía de Herazo se encuentra provista de una no linealidad, o lo que es igual, de una plurivocidad . Verdaderamente problemática, admite el sí y el no ; los cambios bruscos; y en este orden, algo que constituye castigo desde cierta perspectiva , pudiera ser al tiempo una bendición, si se le observa desde otro vértice. La soledad del hombre y su falta de omnisciencia , configuran pues su condena . Pero curiosamente dicha incompletud deviene un privilegio, toda vez que posibilita el encuentro con las cosas, como si se tratara de una aventura creciente , de una novedad en y junto al espacio, del extrañamiento. Y esto, nos lleva a pensar que en el deseo de saber hay - además de la angustia- un encanto que nos impele, que nos aguza constante .

En aras de presentar una interpretación de la primera parte, es válido sugerir que el poeta introduce la figura de Adán como el primer hombre condenado a la soledad, para luego nombrar su angustia como hombre , víctima de la misma condena. En dicho apartado se erige al ser humano palpándose la piel y el espíritu. Pero , como decíamos, la pretensión de agrupar en una sola línea de sentido a los poemas de esta parte, constituye tanto una dificultad, como un equívoco, pues así como existen alusiones a la primitiva estancia del ser (representada en Adán), se desprenden referencias a la vida en medio de otros entornos reconocibles como la ciudad; o a lugares no identificables que hacen pensar en los comienzos del mundo; y construcción de pasajes que mencionan el tema del amor como un salida (universal, por lo demás) contra la tristeza. En adición a esto , nos enfrentamos a la ambivalencia de la errancia, como pudimos observarlo en el poema de Narciso. Así pues, sería conveniente afirmar que la primera sección de la que hablamos, se torna un preludio que servirá de guía a las dos partes subsiguientes y que , por un lado , nos permite entender la preocupación por la soledad y la muerte(el ser temporal) , y la propensión o el ansia del conocer , como espadas que se hallan acosando permanentemente al hombre; por el otro, y en menor grado, la importancia de la unión en la felicidad de los humanos . Sobre este orden de ideas , la cita que hace Felipe Agudelo Tenerio de algunas palabras pronunciadas por Rojas Herazo[viii] , adquiere una notoria pertinencia: Esto , tal cosa, es el hombre, nada más tenemos , llevemos a cabalidad nuestra insólita andadura, asistamos paso a paso , a nuestra propia destrucción y cantemos , que no falte la alegría , ni la gracia de la amistad...

Bajo este último semblante se suscriben muchos de los poemas que siguen en la obra. La segunda parte , que lleva por título Relatos en el umbral, hace pensar en una marco ; en una quicio , como si se tratara de un punto , de una estación , que conformara la transición hacia otra parte . Los poemas se ven atravesados por un ánimo distinto a ese que gobierna los del primer nivel , caracterizados en gran medida por el sentimiento de la soledad, a pesar – como ya expusimos- de las referencias a la necesidad del amor. Los siguientes segmentos son verdaderamente útiles a la hora de percibir el giro del que hablamos:

...Muchachos nos gritaban frenéticamente y deteníamos la carrera frente a las bardas del puerto...

... En nosotros , ebrios de gozo entre las espigas , cuando perseguíamos los muslos de los esclavos más rápidos y fugitivos que nuestro deseo...

...Nuestra alegría era nueva pero llena de sobresalto como el primer vuelo de un pájaro...(p.39 )

Los fragmentos citados se encuentran en el poema Viento del Huésped . Existe una voz en plural, un “nos” que remite a la colectividad ; y mucho más, a una colectividad guerrera. El segundo poema que le sigue a este último se titula Guerrero ante la luz y remite a un conjunto de victorias , de celebraciones que abrigan una práctica cultural de encuentro. ...En la noche llegarían los emisarios con los escudos agobiados por la vendimia de la victoria... (p.41 )

Luego, en el poema titulado Canción se vuelve a revelar una concordia existencial que contiene el carácter de aventura. Aparece una vivencia en la que los habitantes del mundo se hayan en colectivos y comparten. Estamos ante la presencia de horizontes por conquistar, de luchas en común y mujeres pariendo al tiempo; todo configurando una ambientación de agrupación :...Después vino el encuentro con el mar /y la construcción de los grandes navíos/ para alcanzar el horizonte /Los elfos de los corceles era todo el recreo de los guerreros/ en la vasta contienda de arena ./ Yelmos derramados y lanzas / ¡y mujeres pariendo frente a la espuma!.... (p.42 )

Esta vida guerrera o épica, si se quiere, admite la idea de la eternidad: somos imperecederos cuando nos guardamos en la memoria del otro . De esta manera, se derivarían dos cosas: la primera, que los hombres aceptan , después de la muerte, una gloria terrenal; la segunda , es que se podría objetar a ello un gran nivel de individualismo ; pero no se debe desconocer que las batallas se hacían en grupos, y se articulaban sobre la base de principios tales como la solidaridad y la leal conducta.

Con la segunda parte del peomario, tenemos una epopéyica fase en nuestra evolución como estirpe humana donde pretendimos el heroísmo y la construcción ; donde nos pensamos como arquitectos del ser y de la realidad . Y ésta se caracterizó precisamente por la consecución o la conquista de una vida en grupo . Se preserva la imagen de la aldea familiar , del espíritu comunitario: las mujeres esperando a sus guerreros, trayendo hacia la existencia una nueva existencia; los hombres compartiendo el rostro refulgente de la victoria bélica , celebrando sus hazañas, etc. Aún así, la poesía de Rojas Herazo arroja un hálito dubitativo, como si fuese un sismo que surge desde el fondo de algo: pues en tal universo idílico, la humanidad no comparte de manera totalizante; y ello se hace ostensible tras la presencia de los esclavos . Pero esto no es tan rotundo, no tan sustancial para lo que viene. La exposición de este mundo guerrero y amoroso nos lleva de la mano a una nostalgia; se configura en lo ideal; y ella se hará patente en el apartado que sigue , es decir, en la tercera partición estructural que referimos.

Entonces bien, el poeta propone un último lugar : La sombra inalcanzable. Como si algo que estuviera ahí bajo la forma de un vestigio , o de un huella, se convirtiera en fenómeno que no se puede asir . Lo que nos hace pensar en un pasado . Y quizás la realidad pensada en los relatos en el umbral , comprende un mundo agotado irreversiblemente. Nos hallamos ahora, y en contrapartida, ante la disgregación , la fragmentación, las individualidades; al frente del caos moderno. Se desprende el sentimiento de la muerte; vuelve sobre nosotros apuntando la cercanía hacía la extinción . Y nos reconocemos como bordes cayendo. Somos materia a punto de pudrirse , de hundirse en el imperio de la nada. Un poema como Los grandes gusanos comporta un elevado nivel de crítica, y se vincula a las anteriores consideraciones : ...Nos arrastramos/¿quién dice esta multitud camina? Nos arrastramos...(p.56)

Es clara la visión de una decadencia humana, agonizante. La soledad surge nuevamente como la hosca condición : “Estoy solo” / porque todos pasarán a su lado y mirarán su cabello y su estornudo / y el sudario de su pañuelo desde un aeródromo/ porque nadie, absolutamente nadie podrá segar una espiga en su soledad... (p. 54) Este poema que lleva por nombre Castigo y soledad resulta altamente significativo. Si se le relaciona con Criatura y estrella y Recado para un transeúnte, persistirá a una voz que afluye nombrando referentes urbanos , una divagante voz en la realidad moderna de las urbes. Por tanto , la tesis sugerida es : la poesía, en la tercera parte, comunica el aislamiento y la degradación modernas. Palabras como aeródromo y transeúnte, y esas imágenes de las calles donde nadie te ve, donde se es indiferente con la multitud a cuestas, constituyen rasgos expresos y reiterados de ello. La estética de Rojas Herazo recuerda la nostalgia por lo desaparecido, por lo que ya no es, por lo que se amenaza.

...O encontrar a una mujer / en una ciudad populosa y desconocida/ guiándote, únicamente, por el olor de tus gestos / y la energía de sus pezones...

..Algún día hablaremos de esto en una isla olvidada / donde los cocoteros tienes un timbre , musical y doloroso, / como el de una anciana que acaba de dar un paso en falso / y escupe sus miembros sobre las raíces polvorientas...(p. 57)

Hay esa triste añoranza que se registra en el recuerdo, y la figura opaca de un individuo en medio de una ciudad populosa. Precisamente la nostalgia adquiere un matiz particular cuando se expresa: ...entonces podrás sorprender un brazo al saludar a nadie desde el más claro sitio de una casa... Y esto brota como una imprevisión , como un eco desdibujándose en la casa vacía. Como una ausencia que regresa, -quizás el brazo de un ser querido- , y que ahora queda encarnada bajo la forma de alguna presencia que aparece y se diluye.

Pero si se trata de no omitir el carácter problemático de la obra que nos concierne , señalaremos otra vez la impertinencia de reunir a los poemas bajo un rótulo homogeneizador. Precisamente Criatura y estrella parece comportar una ambivalencia:

Quién eras entonces? Quién era ese transeúnte desconocido...

...Yo solamente fui la marca de un vestido y una corbata con unas manos suplicantes ...
Pero ahora he recuperado el libre ejercicio de mi odio y mi risa y camino – justo y total – con el fardo de mi gozosa podredumbre...(p.52)

Al principio se declara un estado de enajenación , de ser que no se encuentra consigo mismo, y que habita como un transeúnte adicionalmente ordinario. Pero luego aparece un encuentro con lo que se es y una conciencia de la humanidad como condición personal , de la podredumbre interna ; sin embargo, lo más extraño allí es que el sujeto camina con el rostro de una putrefacción gozosa. Por esto la pregunta es : ¿el reconocimiento de la corrosión hace al hombre diferente y superior, en contraste con el que vive sin advertirla? Pareciera que sí . Se desarrolla una vivacidad mayor , se conoce el caos interno y se le puede gritar a los hombres meditaciones sobre la existencia. Lo que el autor hace es dejar escapar una situación eufórica , después de haber recorrido una serie de elaboraciones disfóricas[ix]. Y ello genera una indudable complejidad. Pues no le basta con apuntar que el mundo es defunción , sino que además existe un extraño goce en saber que deambulamos roídos. A su vez, el sentimiento del sujeto solitario como un punto al interior de un mar de seres humanos , siempre caminantes , o nómadas, se vincula a la serie de imágenes proferidas por los otros poemas, y por tanto, a la idea reiterada del espacio moderno. El juicio de Ariel Castillo Mier resulta bien sintético y orientador : la poesía de Herazo revisa al hombre en todas sus facetas de ángel y guerrero, de Adán y Narciso, y en todos sus interrogantes sobre los enigmas de la vida , de la muerte, la soledad el tiempo , Dios , la orfandad, el pecado la salvación, la enfermedad, la inmortalidad, el exilio, el reino, la desesperanza, la rebeldía, la inocencia , la lucidez...

De manera concluyente señalaremos que la propuesta abierta por el poeta podría llevarnos a pensar en dos cosas generales, y por supuesto, en estrecha relación con la ordenación del poemario. La primera, que hubo un pasado , una comunidad afortunada: esa suerte de arcadia que hace recordar ciertas fases de la humanidad como la etapa guerrera pre-medieval, donde se podría incluir la grecorromana (fases más armónicas en cuanto a los lazos sociales más colectivos)[x] pero que como pasado ya no está; que como pasado representa una imposibilidad de retorno y un umbral ; un umbral que la da paso a una caída, como si camináramos por el marco de una puerta y luego sintiéramos el vacío de una mitad abismal ; y vamos descendiendo con ese malestar que prevalece... caemos hacia este mundo , de las calles y tranvías, de los pasos en asfalto.

La segunda anotación, se ligaría con el párrafo anterior. Consiste en que la parte final de la obra nos dirige hacia un presente de esperanzas raídas y cenizas en la piel; de una disolución que se siente honda, y de algo que se quiebra adentro . Rostro en la soledad podría vislumbrarse como la historia del hombre moderno que se experimenta desarraigado, escindiéndose , mirándose con un cuerpo desértico al interior de un lugar en el que los sujetos son mudos caminos que otros ven, pero desconsideran. Constituye la evocación de otra humanidad que se quedó petrificada en un relato y detenida en el umbral ,con sus cantos y victorias , con sus mares y navíos; pero en últimas allá, como un trozo de viento que no cruzará la cantidad de nuestros días. He allá el umbral .... he aquí la caída, el vértigo.

NOTAS
[i] De la primera parte

[ii] Todas los fragmentos de poemas serán extraídos de : ROJAS HERAZO, Héctor. Rostro en la soledad. Bogotá: Ediciones San Librario. 2004

[iii] HEIDDGER, Martín. El ser y el tiempo. México: Fondo de cultura económica. 1993.

[iv] www.wikipedia.com

[v] AGUDELO TENORIO, Felipe. Prólogo. En : HERAZO ROJAS, Héctor. Agresión de las formas contra al ángel. Bogotá: colección de poesía. 2005.p 9

[vi] No realizaré la división entre un Eros como amor entre los hombres y una Afrodita como amor entre hombre y mujer. Tampoco la disociación entre amor fraterno y amor de pareja. Solo usaré el vocablo para remitir a la unión , lo cual incluye la amistad , la cooperación, el romance, etc.

[vii] SANTOS, Emiro. Rostro en la soledad : el esplendor de la rebeldía(Aproximación a un poemario
germinal de Héctor Rojas Herazo). En: Revista Especulo
http://www.ucm.es/info/especulo/numero33/hrojas.html

[viii] AGUDELO TENORIO, Felipe. Prólogo. En : HERAZO ROJAS, Héctor. Op.cit.p.11

[ix] La distinción es tomada de Helena Beristain, cuando hace su lectura analítica del poeta mejicano Roberto Bonifaz . Véase: BERISTAIN, Helena. Análisis estructural del relato literario México : Limusa Noriega Editores, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997.

[x] Esta aseveración se torna problemática cuando se atienden a los problemas de tipo social y político sucedidos en la sociedad romana, por ejemplo. O también si se atiende al hecho general de que las guerras implican homicidios, o muertes. Sin embargo, se trata de ubicarlos en la construcción de sentido que hace Rojas Herazo en su poemario, donde concibe la vida del guerrero y de la aldea comunitaria como un pasado dorado. La edad moderna mientras tanto, es un espacio más individual. Debemos recordar aquí que se trata de pensar estas cuestiones desde el tema de la soledad humana.

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