El Manual de Kevin
(Este cuento pertenece al subgénero de política ficción que su autor promueve en Colombia, que se sepa, con este tipo de contenidos. Nota del editor.)
Un documento con instrucciones llegó a manos del congresista Marran un poco antes de iniciarse la ultima de las sesiones del año. Estaba escrito en inglés barbánico, ese lenguaje criptográfico que solo podía desplegarse en una computadora especial que ya estaba completamente en desuso. Un primo suyo, especialista en dialectos técnicos, había permanecido una noche entera haciendo la traducción en un pequeño disco del antiguo manuscrito dejado por el abuelo Kevin Marran antes de su fallecimiento cuarenta años atrás. El viejo le había pedido que cuidara bien el compendio, porque algún día podría servirle cuando fuese el heredero de aquella curul vitalicia que se había ganado en franca lid aún contra la animosidad de sus congéneres.
Marran Jr. estaba en la oficina del parlamento latinoamericano, con sede en Brasilia, donde legislaba autónomamente con otros 300 congresistas que representaban las diferentes nacionalidades de ese continente. Tenía a su cuidado una ponencia muy importante, sobre la cual estaban puestas las miradas de todos sus colegas: el establecimiento de la retroactividad de la pensión vitalicia y su expansión automática por dos generaciones. Lo que nadie sabía era que Marran –avisado oportunamente de que su retiro estaba próximo– había desempolvado ese secreto manual de instrucciones de su abuelo Kevin, cuya principal pauta consistía en modificar, mediante una ecuación furtiva en la hoja de calculo, el incremento al cubo de la sumatoria que establece la remuneración recibida en toda la vida laboral de cada diputado. Terminado el ajuste, Marran Jr. se frotó las manos con deleite y se preparó para recibir cientos de llamadas telefónicas muy agradecidas.
Jaime Lopera
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