HÉCTOR ACEBES, FOTÓGRAFO TROTAMUNDOS
Héctor Acebes: padre español, madre antioqueña, nacido en Nueva York en 1921, educado en España y Colombia, ingeniero del MIT en los Estados Unidos, combatiente por ese país en la segunda guerra mundial, frente europeo, durante cinco años; casado con una cotizada modelo de Boston, expedicionario fotográfico y filmográfico por más de 12 años a través de las selvas de Colombia, Ecuador, del Orinoco, el África norsahariana, meridional y otros confines del mundo; realizador de filmaciones profesionales sobre obras de ingeniería, de fotografía documental, técnica; conferencista, expositor, escritor (Orinoco Adventure); residente en la actualidad en Bogotá en pleno uso de facultades físicas y mentales.
A falta de información más completa sobre vida, obra y trasiego por el planeta de este colombiano exótico, consignamos datos fragmentarios obtenidos de diversas fuentes, entre ellas la entrevista reciente que concedió a la emisora cultural HJCK “El mundo en Bogotá”. A través de sus relatos sobre las incursiones en territorios vedados al citadino timorato, afloran el humor, la ironía y sobriedad, propias del hombre universal. El corte facial grave y geométrico de sus treinta años, plasmado en un autorretrato de la época: cráneo rasurado, redondo; surcos en el entrecejo, cejas espesas, barba y bigote ralos, al descuido, que atraían a las rubias de Massachussets, contrasta con la imagen actual de europeo acomodado en uso de buen retiro.
Acierta como pocas veces el Banco de la República con la exposición itinerante de este artista de la lente, en particular con la serie realizada en el África en 1953, que se exhibe por estos días en el Centro Cultural Museo Quimbaya de Armenia. El encuentro visual con sus imágenes en blanco y negro es una experiencia abrumadora. Qué resaltar más; si las virtudes técnicas de las tomas, la suma de fuerza expresiva en sus personajes, la captura esencial del paisaje, como aquel donde jirafa y árbol lejanos, situados a la izquierda inferior del encuadre, logran un equilibrio perfecto con el blanco levitante de los nimbos y la desolación de la llanura; dramatismo atemporal, telúrico; o el contenido etnográfico, la denuncia social, el acopio documental histórico del África de transición entre el colonialismo europeo y las precarias independencias de sus pueblos tribales.
Dejando de lado el trasfondo novelesco de los viajes, atenidos a la mera indagación estética, la lente de Acebes, su riguroso obturador, cumplen a cabalidad la ambición de todo fotógrafo: atrapar en fracciones de segundo el alma de objetos, instantes y personas para entregarla, en la mejor condición de calidad posible, al escrutinio, uso o disfrute de otros, al inacabable cuestionamiento humano.
Pero aún en este aspecto, nuestro compatriota contradice el perfil habitual del artista. Si Marlene y Diego Samper - actuales curadores de su colección - no hubieran descubierto este joyero de imágenes, conservado con esmero y sin pretensiones en su casa de la capital colombiana, aplicándose luego a la paciente tarea de estudio, clasificación y promoción de la obra, en asocio con el editor Ed Marquand, para mostrarla al mundo a través de un libro de impecable factura, la fotografía de Héctor Acebes quizás no habría llegado a las salas de exposiciones de Colombia, Estados Unidos y Europa, donde hoy se admira.
Hugo Hernán Aparicio R.
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