CON VOZ, EL SUR
Martha Elena Hoyos en sus propias palabras. Entrevista de TERMITA CARIBE.
Una síntesis que conduzca a nuestros lectores desde las puertas del templo hasta tu última producción discográfica...
Nací en Bucaramanga, en un hogar de origen antiqueño. Cuando mis padres se casaron, se fueron a vivir a “la ciudad bonita” y allí vine yo a nacer. Mi mamá siempre me cantaba bambucos, boleros y canciones españolas, y fue a su lado que yo también empecé a cantar. A los cuatro años hice mi primera actuación musical en el Parque de los Niños en Bucaramanga, donde hoy se encuentra el monumento al Tiple colombiano.
Mi abuelo materno, que era de Aguadas, Caldas, tocaba tiple y cantaba coplas paisas. En las vacaciones siempre estábamos cerca de los abuelos y fueron muchas las horas que pasé escuchando sus cantos y sus historias. La herencia de la copla y del tiple es algo que practico y llevo con mucho orgullo. Ahora la copla se ha extendido en mi repertorio de torbellinos, huayos, bagualas, vidalas, cantos de ordeño y otras tonadas latinoamericanas.
En la adolescencia, luego de pasar un tiempo en el Tolima, también por la actividad comercial de mis papás, regresamos al Quindío. (Ya te imaginarás de dónde traigo la vocación de viajera). Vivir en el Tolima fue muy importante para mí, porque conocí su cultura musical, sus pueblos y tradiciones folclóricas plenas de mitos y danzas, y fue allí donde empecé a tocar la guitarra. Ya en Armenia, entro en contacto con los viejos bambuqueros de entonces, y de ellos recibí el regalo de sentir de cerca los acentos tradicionales del bambuco, en las voces y cuerdas de cantores y compositores como Hugo Moncada, Bernardo Arcila, Erenesto Riveros, y muchos otros del país como José Macías, Alvaro Dalmar o Camilo García, que llegaban al Concurso Nacional de Duetos.
También en esa época comencé a escuchar lo que nos llegaba del Sur: Víctor Jara, Violeta Parra, Atahualpa, Intilli-mani. Yo me conecté de inmediato con la fuerza de esta música que me despertaba un sentimiento andino muy profundo, algo a lo que yo me sentía pertenecer desde mi sangre. Con ellos, descubrir las sonoridades del quechua, del aymara, del guaraní. Desde mi adolescencia escuché también a Mercedes Sosa y a querer ir desde la selección de sus repertorios tras la huella de los poetas que escribían aquellas canciones que me conmovían tan profundamente. A estos descubrimientos se sumaban los intérpretes de la nueva trova cubana, así como Serrat y su universo de barquitos de papel que cada vez nos llevaban a nuevos surcos.
Terminando el colegio ya había presentado mis primeros recitales en semanas culturales y encuentros juveniles, cantando “lo de aquí y lo de allá”.
Me gradué de publicista y pronto asumí una gran responsabilidad cultural para ese joven momento de mi vida, que fue la Dirección de Cultura del Quindío, tiempo de buenas siembras y logros para la región. Luego la organización del "Mono Núñez" me convocó a la Dirección Nacional de FUNMUSICA y el Festival, y es cuando me traslado a vivir a Cali, con temporadas parciales en Ginebra, para cumplir esa tarea que fue una verdadera escuela en muchos sentidos: musical, investigativo y de gestión cultural. En esta época viví a plenitud el movimiento de la nueva música andina colombiana, al lado de Gustavo Renjifo, Eugenio Arellano, y otros nuevos cantautores que se potenciaron en torno al “Mono Núñez”; la cobertura del festival y los proyectos educativos se ampliaron notablemente y también dimos inicio a los intercambios culturales con México y su bambuco yucateco.
En 1992 tiempo de transición entre la Dirección del festival y el ingreso a la Junta Directiva del mismo, grabo "Canciones del Alma", donde participan valiosos músicos invitados como el Grupo Bandola, el maestro Diego Estrada, Hernando José Cobo y el destacado guitarrista Héctor Gonzáles quien tuvo a su cargo la dirección musical del proyecto. Incluí en el repertorio ritmos colombianos y de otros países del Sur, Brasil, Argentina y Venezuela.
En 1997 regreso al Quindío y allí fundo la agencia Canto & Seña Producciones. En el 2000 grabo "Duendes en la Vía" con obras del compositor colombiano Jairo Ojeda, otro de los precursores de la "canción urgente", y en 1988 renuevo mis viajes, esta vez con la vista de águila puesta en los Andes; creo que fue en este viaje donde se empezó a gestar "Andando el Sur"-músicas del mundo latinoamericano-. Era como mirar desde arriba y luego bajar para tocar de cerca cada canción escuchada y sabida, descubrir sus porqués, y encontrarse con lo que sólo puede describirse internamente estando ahí, en cada camino, con el coplero, con el aire, la geografía y el acento. Viajé También varias veces a Brasil, me adentré en el Perú, pasé por Cuba, luego Bolivia y Uruguay y el Iguazú. La Argentina marcó para mí un capítulo definitivo porque me enamoré de su noroeste y de sus tierras cuyanas, esa región constituye una cantera y una síntesis de nuestro canto andino y criollo.
El 2004 marca el tiempo de mi encuentro con el Festival Cosquín, sin duda el más importante festival de folklore en América Latina. El encuentro con músicos, poetas, cantores, copleros, gestores culturales, cronistas e investigadores, ha sido en este tiempo un tesoro enorme donde los intereses comunes por la música tradicional y el afecto, han sido el instrumento de aprendizajes, cantos compartidos y de este mi nuevo trabajo “Andando el Sur”. Cosquín le abrió las puertas del Festival a Colombia y desde 2007 estamos llevando delegaciones al Escenario Atahualpa Yupanqui, al Encuentro de Poetas con la Gente y a las diversas peñas y encuentros culturales que allí se realizan.
En el 2007 unimos nuestras voces en Cantorío Colombia con el Grupo Bandola, Tresillo y Cobito. En 2008 viajamos con Septófono quienes presentaron un concierto muy apreciado por el público. Yo tuve el gusto de cantar con su acompañamiento dos obras de mi autoría donde fusiono el bambuco, con la chacarera y la zamba.
Fue en el 2008 cuando viajé luego de Cosquín a La Rioja, y allí dimos inicio a las grabaciones de Andando el Sur, con la participación fundamental del guitarrista Luis Chazarreta un músico de amplia trayectoria en el folklore latinoamericano, quien también sumó su experiencia como productor. Allí grabamos 15 de las 30 obras de este nuevo cd doble. En Colombia se hizo la segunda parte del trabajo en “El Estudio” de Bucaramanga, y otros estudios auxiliares. En síntesis, siento que se trató de poner en escena discográfica un recorrido musical latinoamericano de andes y litoral, donde permití que cantaran la india, la negra y la gitana que me habitan. Participaron en esta producción cuarenta músicos invitados, sesenta instrumentos, y veintidós géneros de nuestro patrimonio musical. Sumado a esto, un librito de Relatos donde narro desde un punto de vista histórico y antropológico y muy experimental, lo que representa este viaje musical. Y aquí vamos…Estoy muy feliz porque en Enero de 2009 volví a Cosquín, esta vez acompañando la maravillosa representación colombiana de Jorge Velosa y los Carrangueros quienes llevaron su música al Atahaulpa Yupanqui. Yo presenté “Andando el Sur” en el Encuentro de los Poetas de Cosquín; luego en La Rioja y Chilecito donde lo estaban esperando y fue muy bien recibido. También este año tuve el privilegio de visitar uno de los encuentros más tradicionales del noroeste argentino, el Tantanakuy, en la Quebrada de Humahuaca, Provincia de Jujuy. Evento fundado hace más de treinta años por el charanguista Jaime Torres y el cantautor Jaime Dávalos. (ver bitácora de la gira en www.mayraluna.com Destino de cantora/conciertos y festivales).
La economía está en crisis, y la música?
La música tendría que ser siempre la “anticrisis” como paradigma vital. Y creo que no está en crisis para nada. Por el contrario la música es la gran compañera de todos los momentos. En lo particular de la música tradicional, concepto que integra lo folklórico, creo que nunca antes como ahora, los cantores estamos volviendo a las raíces como plataforma fundamental de creación. Y los públicos en medio de la globalización están ávidos de conocer sus raíces y la de los países hermanos, vecinos y lejanos. Por eso el auge de las llamadas músicas del mundo. En lo personal esa es mi ruta, tanto en lo rítmico como en lo vocal interpretativo. Cantar copla por ejemplo, me ha hecho descubrir sonoridades que estaban guardadas en la memoria de mi voz, giros inexplorados que talvez nunca hubiera descubierto en una clase de solfeo do-re-mi-fa-sol- la, sí? Ahora en cuanto a la instrumentación el panorama es amplio y tan “sofisticado” como un moxeño, un erke o una ocarina llorona, instrumentos propios de nuestras altas culturas andinas.
Ciudades que se hicieron palabras en tus recorridos por el Sur....
Te voy a contar algunas palabras que se hicieron canciones: Inti-huasi, Veladero, mistol, zurrungueo, tamborera, Waykamarintia, Bachué, Pachamama, ñaupa- ñaupa, huarmicita, sacha-campana, alma de caminante, yerba santa, cantonera, sospechosa, jacarandosa…chaya, vidaleros, cuatro lunas. Y pueblos: Chilecito, Cosquín, Cuzco, Sanagasta, Tilcara, Pulmamarca, Villa Unión…Santiago del Estero. Y….lugares: Famatina, Cuesta de Miranda, Uritorco, Valle de la Luna , Talampaya, Guaymallén, Samay-huasi, Quebrada de Humahuaca, Cerro Colorado, Macizo colombiano… Más palabras: acuyico, velay, serenata, cacharpaya, tantanacuy…
Los grandes maestros colombianos que siembran cielos en tus sonidos...
En cuanto a música andina tengo una profunda conexión con las melodías de León Cardona y con el tratamiento que le ha dado al bambuco. Con el espíritu del alma colombina que trasmite la música de Adolfo Mejía. Admiro la narrativa picarezca de la obra bambuquera de Alvaro Dalmar, porque le imprime a sus canciones un aspecto característico de esta tradición. Admiro al Chino León y su bandola revolucionaria.
El maestro José Barros me parece un referente simbólico de la música popular de Colombia. Dentro de los más contemporáneos me inspiran los aportes de compositores como Jairo Ojeda, a quien le dediqué un cd completo con su música, de Luis Enrique Aragón y de Gustavo Adolfo Renjifo. Llevo grabada la irrupción pianística que una vez hiciera en el “Mono Núñez” Germán Darío Pérez, y me conmueven las propuestas sonoras de Luis Fernando Franco quien se dio a la tarea de hermanar los vientos amerindios con los vientos clásicos en sus producciones de flautas y ocarinas.
¿Y los de todo el Sur?
Me siembran cielos personajes como el Cuchi Leguizamón, historiador, compositor y pianista argentino, un referente de las melodías y las armonías renovadoras con base en las raíces de la baguala, el huayno y la chacarera; a Armando Tejada Gómez, hijo del cuyo mendocino, del vino, la tonada y el alto poema que nos narra como hijos del maíz. A Atahualpa Yupaqui, “el que vino de lejos para contar lo de la tierra”. Admiro a Chabuca Granda por su trascendencia como cantautora e intérprete, porque como mujer, escribió y cantó cosas muy lanzadas para su tiempo. A Maria Creuza la dulce voz símbolo del bossa nova. A Violeta Parra por su integridad como cantora popular y hacedora de tejidos y costuritas aprendidas de las abuelas…. la obra de todos estos continúa viva y renovada en el palpitar del alma latinoamericana.
Mi admiración y respeto siempre por la voz y la cualidad interpretativa de Mercedes Sosa a quien considero una maestra musical. Siempre vuelvo a escucharla y a dialogar con el duende de su canto. Y como capítulo aparte llevo en el alma a las copleras y copleros, a las mujeres y hombres cantaores de la tierra andina y caribeña, a las voces anónimas que traen en su soplo y su grito la historia de nuestro continente continente Sur.
¿Cómo es posible vivir de la música sin los circuitos comerciales?
Yo he vivido en, por y para el acto creativo, más diría. Ahora, vivir de la música, en este caso de la tradicional y folklórica latinoamericana, del canto esencial, es algo que estaría bueno que sucediera. Creo que es posible como el resultado de una tarea organizada, donde se tiene que funcionar como una empresa circular que invierte y se pone unas metas a través de unos canales de divulgación, coherentes con la propuesta de uno. Creo que las organizaciones culturales y los públicos de la música tradicional valoran las propuestas que son el producto de un trabajo serio, de la investigación, de la verdad misma del cantor. Igual se necesita mucha versatilidad para ponerse en escena con una guitarra y un tambor, tanto como con una banda de diez músicos o con una orquesta, porque mientras no se es un artista famoso que mueve públicos y presupuestos enormes, hay que caber en lo que ofrecen los mercados culturales más cercanos, en tanto uno va ampliando su público y sus escenarios, tanto lo presencial de los espectáculos como en lo virtual. Creo que también es muy importante la creatividad en escena, el concepto de producción y la calidad de las grabaciones, así como la capacidad de trasmitir a los públicos la esencia de lo que uno está llamado a comunicar como cantor, lo que uno cree y ha vivido, lo que a uno lo compromete como habitante del planeta y el universo, y que se trasmite en cada recital y en cada sonido.
¿Por qué la multiplicidad?
Hace algunos años me preocupaba eso de no hacer una sola cosa. Que si cantora, que si gestora, que editora, que la Mayra. Pero me di cuenta que todo ello me definía, y me definía como una creadora y una co-creadora, como una artista. En la práctica de cada ruta también encuentro mucha relación y también mucha unidad de propósito en lo que hago. Siento que en cada una de estas tareas Soy. Ellas llegan a ser muy complementarias entre sí, y una de esas experiencias ha sido realizar“Andando el Sur”. Lo que sí sucede es que hay temporadas en que le doy más tiempo a una cosa que a otra y es lógico para poder iniciar y cerrar ciclos en los que voy construyendo y a los que me doy entera. Hoy sé también, que el acto creativo lo sana a uno mismo y al receptor. Esa es una intención que pongo en cada momento, incluso de la vida como experiencia cotidiana.
¿Qué últimas noticias tienes de Mayra?
La Mayra está cumpliendo quince años, este año. No me di cuenta a qué horas pero igual le llevo la cuenta porque nació seis meses después que mi hija Lucía. Y voy a celebrarle el cumpleaños con su primer libro, el cual ya está escrito en mi mente y buena parte en el recorrido gráfico que se ha realizado con sus distintas series y viñetas, muchas de las cuales han sido publicadas en nuestra Agenda Mujer Colombia. Falta ordenar los capítulos del libro y crearle los puentes comunicantes. A Mayra la sigo pintando para el Diario “La Crónica”. Hoy por ejemplo, le dijo a Carito que “el amor incondicional rejuvenece!” También dijo, “las parejas evolucionadas no se pelan, viven procesos”, y que “podar el jardín es como podarse el alma”. Mayra me está enseñando a escudriñar el humor poético, y una cosa que me gusta mucho de ella es que puedo llevármela para todas partes en la tinta del marcador.
Cuéntale a los lectores de esa amigráfica tuya…
Bueno, Mayra es una duendecita que me atrapó una tarde en la buhardilla de mi apartamento cuando vivía en Cali, y me encontraba inspirada y trabajando en torno al diseño de las páginas de la primera Agenda Mujer Colombia, -que también va a cumplir quince años en su edición 2010. Mayra es en todo caso una "mensajera de la diosa", la diosa como arquetipo creador, unida a cielo y tierra. Y es como un puente con esa mirada filosófica de la vida, conectada al asombro por el milagro de existir. Mayra no tiene nariz pero si un gran olfato para traducir el aroma de los instantes, y en eso Carito es su gran compañero.
Si alguien quiere arrullarse con tus canciones ¿qué debe hacer?
Arrimarse no más. Empiecen por entrar al universo de http://www.mayraluna.com/ y deslícense por Destino de cantora. Alléguense a los conciertos que estén en su cercanía, y para adquirir el nuevo disco, escriban pidiendo “Andando el Sur” a través del correo. Se lo hacemos llegar a la puerta de su casa.
Martha Elena Hoyos en sus propias palabras. Entrevista de TERMITA CARIBE.
Una síntesis que conduzca a nuestros lectores desde las puertas del templo hasta tu última producción discográfica...
Nací en Bucaramanga, en un hogar de origen antiqueño. Cuando mis padres se casaron, se fueron a vivir a “la ciudad bonita” y allí vine yo a nacer. Mi mamá siempre me cantaba bambucos, boleros y canciones españolas, y fue a su lado que yo también empecé a cantar. A los cuatro años hice mi primera actuación musical en el Parque de los Niños en Bucaramanga, donde hoy se encuentra el monumento al Tiple colombiano.
Mi abuelo materno, que era de Aguadas, Caldas, tocaba tiple y cantaba coplas paisas. En las vacaciones siempre estábamos cerca de los abuelos y fueron muchas las horas que pasé escuchando sus cantos y sus historias. La herencia de la copla y del tiple es algo que practico y llevo con mucho orgullo. Ahora la copla se ha extendido en mi repertorio de torbellinos, huayos, bagualas, vidalas, cantos de ordeño y otras tonadas latinoamericanas.
En la adolescencia, luego de pasar un tiempo en el Tolima, también por la actividad comercial de mis papás, regresamos al Quindío. (Ya te imaginarás de dónde traigo la vocación de viajera). Vivir en el Tolima fue muy importante para mí, porque conocí su cultura musical, sus pueblos y tradiciones folclóricas plenas de mitos y danzas, y fue allí donde empecé a tocar la guitarra. Ya en Armenia, entro en contacto con los viejos bambuqueros de entonces, y de ellos recibí el regalo de sentir de cerca los acentos tradicionales del bambuco, en las voces y cuerdas de cantores y compositores como Hugo Moncada, Bernardo Arcila, Erenesto Riveros, y muchos otros del país como José Macías, Alvaro Dalmar o Camilo García, que llegaban al Concurso Nacional de Duetos.
También en esa época comencé a escuchar lo que nos llegaba del Sur: Víctor Jara, Violeta Parra, Atahualpa, Intilli-mani. Yo me conecté de inmediato con la fuerza de esta música que me despertaba un sentimiento andino muy profundo, algo a lo que yo me sentía pertenecer desde mi sangre. Con ellos, descubrir las sonoridades del quechua, del aymara, del guaraní. Desde mi adolescencia escuché también a Mercedes Sosa y a querer ir desde la selección de sus repertorios tras la huella de los poetas que escribían aquellas canciones que me conmovían tan profundamente. A estos descubrimientos se sumaban los intérpretes de la nueva trova cubana, así como Serrat y su universo de barquitos de papel que cada vez nos llevaban a nuevos surcos.
Terminando el colegio ya había presentado mis primeros recitales en semanas culturales y encuentros juveniles, cantando “lo de aquí y lo de allá”.
Me gradué de publicista y pronto asumí una gran responsabilidad cultural para ese joven momento de mi vida, que fue la Dirección de Cultura del Quindío, tiempo de buenas siembras y logros para la región. Luego la organización del "Mono Núñez" me convocó a la Dirección Nacional de FUNMUSICA y el Festival, y es cuando me traslado a vivir a Cali, con temporadas parciales en Ginebra, para cumplir esa tarea que fue una verdadera escuela en muchos sentidos: musical, investigativo y de gestión cultural. En esta época viví a plenitud el movimiento de la nueva música andina colombiana, al lado de Gustavo Renjifo, Eugenio Arellano, y otros nuevos cantautores que se potenciaron en torno al “Mono Núñez”; la cobertura del festival y los proyectos educativos se ampliaron notablemente y también dimos inicio a los intercambios culturales con México y su bambuco yucateco.
En 1992 tiempo de transición entre la Dirección del festival y el ingreso a la Junta Directiva del mismo, grabo "Canciones del Alma", donde participan valiosos músicos invitados como el Grupo Bandola, el maestro Diego Estrada, Hernando José Cobo y el destacado guitarrista Héctor Gonzáles quien tuvo a su cargo la dirección musical del proyecto. Incluí en el repertorio ritmos colombianos y de otros países del Sur, Brasil, Argentina y Venezuela.
En 1997 regreso al Quindío y allí fundo la agencia Canto & Seña Producciones. En el 2000 grabo "Duendes en la Vía" con obras del compositor colombiano Jairo Ojeda, otro de los precursores de la "canción urgente", y en 1988 renuevo mis viajes, esta vez con la vista de águila puesta en los Andes; creo que fue en este viaje donde se empezó a gestar "Andando el Sur"-músicas del mundo latinoamericano-. Era como mirar desde arriba y luego bajar para tocar de cerca cada canción escuchada y sabida, descubrir sus porqués, y encontrarse con lo que sólo puede describirse internamente estando ahí, en cada camino, con el coplero, con el aire, la geografía y el acento. Viajé También varias veces a Brasil, me adentré en el Perú, pasé por Cuba, luego Bolivia y Uruguay y el Iguazú. La Argentina marcó para mí un capítulo definitivo porque me enamoré de su noroeste y de sus tierras cuyanas, esa región constituye una cantera y una síntesis de nuestro canto andino y criollo.
El 2004 marca el tiempo de mi encuentro con el Festival Cosquín, sin duda el más importante festival de folklore en América Latina. El encuentro con músicos, poetas, cantores, copleros, gestores culturales, cronistas e investigadores, ha sido en este tiempo un tesoro enorme donde los intereses comunes por la música tradicional y el afecto, han sido el instrumento de aprendizajes, cantos compartidos y de este mi nuevo trabajo “Andando el Sur”. Cosquín le abrió las puertas del Festival a Colombia y desde 2007 estamos llevando delegaciones al Escenario Atahualpa Yupanqui, al Encuentro de Poetas con la Gente y a las diversas peñas y encuentros culturales que allí se realizan.
En el 2007 unimos nuestras voces en Cantorío Colombia con el Grupo Bandola, Tresillo y Cobito. En 2008 viajamos con Septófono quienes presentaron un concierto muy apreciado por el público. Yo tuve el gusto de cantar con su acompañamiento dos obras de mi autoría donde fusiono el bambuco, con la chacarera y la zamba.
Fue en el 2008 cuando viajé luego de Cosquín a La Rioja, y allí dimos inicio a las grabaciones de Andando el Sur, con la participación fundamental del guitarrista Luis Chazarreta un músico de amplia trayectoria en el folklore latinoamericano, quien también sumó su experiencia como productor. Allí grabamos 15 de las 30 obras de este nuevo cd doble. En Colombia se hizo la segunda parte del trabajo en “El Estudio” de Bucaramanga, y otros estudios auxiliares. En síntesis, siento que se trató de poner en escena discográfica un recorrido musical latinoamericano de andes y litoral, donde permití que cantaran la india, la negra y la gitana que me habitan. Participaron en esta producción cuarenta músicos invitados, sesenta instrumentos, y veintidós géneros de nuestro patrimonio musical. Sumado a esto, un librito de Relatos donde narro desde un punto de vista histórico y antropológico y muy experimental, lo que representa este viaje musical. Y aquí vamos…Estoy muy feliz porque en Enero de 2009 volví a Cosquín, esta vez acompañando la maravillosa representación colombiana de Jorge Velosa y los Carrangueros quienes llevaron su música al Atahaulpa Yupanqui. Yo presenté “Andando el Sur” en el Encuentro de los Poetas de Cosquín; luego en La Rioja y Chilecito donde lo estaban esperando y fue muy bien recibido. También este año tuve el privilegio de visitar uno de los encuentros más tradicionales del noroeste argentino, el Tantanakuy, en la Quebrada de Humahuaca, Provincia de Jujuy. Evento fundado hace más de treinta años por el charanguista Jaime Torres y el cantautor Jaime Dávalos. (ver bitácora de la gira en www.mayraluna.com Destino de cantora/conciertos y festivales).
La economía está en crisis, y la música?
La música tendría que ser siempre la “anticrisis” como paradigma vital. Y creo que no está en crisis para nada. Por el contrario la música es la gran compañera de todos los momentos. En lo particular de la música tradicional, concepto que integra lo folklórico, creo que nunca antes como ahora, los cantores estamos volviendo a las raíces como plataforma fundamental de creación. Y los públicos en medio de la globalización están ávidos de conocer sus raíces y la de los países hermanos, vecinos y lejanos. Por eso el auge de las llamadas músicas del mundo. En lo personal esa es mi ruta, tanto en lo rítmico como en lo vocal interpretativo. Cantar copla por ejemplo, me ha hecho descubrir sonoridades que estaban guardadas en la memoria de mi voz, giros inexplorados que talvez nunca hubiera descubierto en una clase de solfeo do-re-mi-fa-sol- la, sí? Ahora en cuanto a la instrumentación el panorama es amplio y tan “sofisticado” como un moxeño, un erke o una ocarina llorona, instrumentos propios de nuestras altas culturas andinas.
Ciudades que se hicieron palabras en tus recorridos por el Sur....
Te voy a contar algunas palabras que se hicieron canciones: Inti-huasi, Veladero, mistol, zurrungueo, tamborera, Waykamarintia, Bachué, Pachamama, ñaupa- ñaupa, huarmicita, sacha-campana, alma de caminante, yerba santa, cantonera, sospechosa, jacarandosa…chaya, vidaleros, cuatro lunas. Y pueblos: Chilecito, Cosquín, Cuzco, Sanagasta, Tilcara, Pulmamarca, Villa Unión…Santiago del Estero. Y….lugares: Famatina, Cuesta de Miranda, Uritorco, Valle de la Luna , Talampaya, Guaymallén, Samay-huasi, Quebrada de Humahuaca, Cerro Colorado, Macizo colombiano… Más palabras: acuyico, velay, serenata, cacharpaya, tantanacuy…
Los grandes maestros colombianos que siembran cielos en tus sonidos...
En cuanto a música andina tengo una profunda conexión con las melodías de León Cardona y con el tratamiento que le ha dado al bambuco. Con el espíritu del alma colombina que trasmite la música de Adolfo Mejía. Admiro la narrativa picarezca de la obra bambuquera de Alvaro Dalmar, porque le imprime a sus canciones un aspecto característico de esta tradición. Admiro al Chino León y su bandola revolucionaria.
El maestro José Barros me parece un referente simbólico de la música popular de Colombia. Dentro de los más contemporáneos me inspiran los aportes de compositores como Jairo Ojeda, a quien le dediqué un cd completo con su música, de Luis Enrique Aragón y de Gustavo Adolfo Renjifo. Llevo grabada la irrupción pianística que una vez hiciera en el “Mono Núñez” Germán Darío Pérez, y me conmueven las propuestas sonoras de Luis Fernando Franco quien se dio a la tarea de hermanar los vientos amerindios con los vientos clásicos en sus producciones de flautas y ocarinas.
¿Y los de todo el Sur?
Me siembran cielos personajes como el Cuchi Leguizamón, historiador, compositor y pianista argentino, un referente de las melodías y las armonías renovadoras con base en las raíces de la baguala, el huayno y la chacarera; a Armando Tejada Gómez, hijo del cuyo mendocino, del vino, la tonada y el alto poema que nos narra como hijos del maíz. A Atahualpa Yupaqui, “el que vino de lejos para contar lo de la tierra”. Admiro a Chabuca Granda por su trascendencia como cantautora e intérprete, porque como mujer, escribió y cantó cosas muy lanzadas para su tiempo. A Maria Creuza la dulce voz símbolo del bossa nova. A Violeta Parra por su integridad como cantora popular y hacedora de tejidos y costuritas aprendidas de las abuelas…. la obra de todos estos continúa viva y renovada en el palpitar del alma latinoamericana.
Mi admiración y respeto siempre por la voz y la cualidad interpretativa de Mercedes Sosa a quien considero una maestra musical. Siempre vuelvo a escucharla y a dialogar con el duende de su canto. Y como capítulo aparte llevo en el alma a las copleras y copleros, a las mujeres y hombres cantaores de la tierra andina y caribeña, a las voces anónimas que traen en su soplo y su grito la historia de nuestro continente continente Sur.
¿Cómo es posible vivir de la música sin los circuitos comerciales?
Yo he vivido en, por y para el acto creativo, más diría. Ahora, vivir de la música, en este caso de la tradicional y folklórica latinoamericana, del canto esencial, es algo que estaría bueno que sucediera. Creo que es posible como el resultado de una tarea organizada, donde se tiene que funcionar como una empresa circular que invierte y se pone unas metas a través de unos canales de divulgación, coherentes con la propuesta de uno. Creo que las organizaciones culturales y los públicos de la música tradicional valoran las propuestas que son el producto de un trabajo serio, de la investigación, de la verdad misma del cantor. Igual se necesita mucha versatilidad para ponerse en escena con una guitarra y un tambor, tanto como con una banda de diez músicos o con una orquesta, porque mientras no se es un artista famoso que mueve públicos y presupuestos enormes, hay que caber en lo que ofrecen los mercados culturales más cercanos, en tanto uno va ampliando su público y sus escenarios, tanto lo presencial de los espectáculos como en lo virtual. Creo que también es muy importante la creatividad en escena, el concepto de producción y la calidad de las grabaciones, así como la capacidad de trasmitir a los públicos la esencia de lo que uno está llamado a comunicar como cantor, lo que uno cree y ha vivido, lo que a uno lo compromete como habitante del planeta y el universo, y que se trasmite en cada recital y en cada sonido.
¿Por qué la multiplicidad?
Hace algunos años me preocupaba eso de no hacer una sola cosa. Que si cantora, que si gestora, que editora, que la Mayra. Pero me di cuenta que todo ello me definía, y me definía como una creadora y una co-creadora, como una artista. En la práctica de cada ruta también encuentro mucha relación y también mucha unidad de propósito en lo que hago. Siento que en cada una de estas tareas Soy. Ellas llegan a ser muy complementarias entre sí, y una de esas experiencias ha sido realizar“Andando el Sur”. Lo que sí sucede es que hay temporadas en que le doy más tiempo a una cosa que a otra y es lógico para poder iniciar y cerrar ciclos en los que voy construyendo y a los que me doy entera. Hoy sé también, que el acto creativo lo sana a uno mismo y al receptor. Esa es una intención que pongo en cada momento, incluso de la vida como experiencia cotidiana.
¿Qué últimas noticias tienes de Mayra?
La Mayra está cumpliendo quince años, este año. No me di cuenta a qué horas pero igual le llevo la cuenta porque nació seis meses después que mi hija Lucía. Y voy a celebrarle el cumpleaños con su primer libro, el cual ya está escrito en mi mente y buena parte en el recorrido gráfico que se ha realizado con sus distintas series y viñetas, muchas de las cuales han sido publicadas en nuestra Agenda Mujer Colombia. Falta ordenar los capítulos del libro y crearle los puentes comunicantes. A Mayra la sigo pintando para el Diario “La Crónica”. Hoy por ejemplo, le dijo a Carito que “el amor incondicional rejuvenece!” También dijo, “las parejas evolucionadas no se pelan, viven procesos”, y que “podar el jardín es como podarse el alma”. Mayra me está enseñando a escudriñar el humor poético, y una cosa que me gusta mucho de ella es que puedo llevármela para todas partes en la tinta del marcador.
Cuéntale a los lectores de esa amigráfica tuya…
Bueno, Mayra es una duendecita que me atrapó una tarde en la buhardilla de mi apartamento cuando vivía en Cali, y me encontraba inspirada y trabajando en torno al diseño de las páginas de la primera Agenda Mujer Colombia, -que también va a cumplir quince años en su edición 2010. Mayra es en todo caso una "mensajera de la diosa", la diosa como arquetipo creador, unida a cielo y tierra. Y es como un puente con esa mirada filosófica de la vida, conectada al asombro por el milagro de existir. Mayra no tiene nariz pero si un gran olfato para traducir el aroma de los instantes, y en eso Carito es su gran compañero.
Si alguien quiere arrullarse con tus canciones ¿qué debe hacer?
Arrimarse no más. Empiecen por entrar al universo de http://www.mayraluna.com/ y deslícense por Destino de cantora. Alléguense a los conciertos que estén en su cercanía, y para adquirir el nuevo disco, escriban pidiendo “Andando el Sur” a través del correo. Se lo hacemos llegar a la puerta de su casa.
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