12.7.07



El arte del cuento

Siempre he oído decir que el cuento es uno de los géneros literarios más difíciles; y siempre he tratado de descubrir por qué la gente tiene tal impresión respecto de lo que considero una de las formas más naturales y básicas de la expresión humana.

Flannery O'Connor.

LEER FRAGMENTO


En torno a una teoría del relato: Flannery O’Connor y José Jiménez Lozano

Kafka, Chejov, Cortázar, pero sobre todo Flannery O'Connor y José Jiménez Lozano pasan por la criba de Guadalupe Arbona Abascal, crítica literaria y profesora del Doctorado La Lengua, La Literatura y sus relación con los medios de Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid. La revisión de las creaciones literarias de estos autores le brinda elementos para ofrecernos su personal teoría sobre la naturaleza del contar.

1.7.07

Jaime Lopera
RESPUESTA AL REPORTAJE PARA EL CONSEJO REGIONAL DE ESCRITORES EN CALARCÁ


Proemio. No quiero ser desapacible, ni aguafiestas. Pero como todo cofrade, soy en muchas cosas un escéptico. Ojala no me crean nada de lo que voy a leer. Sigan su camino con el proyecto de Ley y gracias por pensar que en el Quindío puede establecerse alguna plataforma de lanzamiento.

Los escritores invitados y del Quindío pueden participar de manera abierta y deliberativa en el Consejo Regional de Escritores, los días jueves y viernes, 21 y 22 de junio, de 10 a 12 m, con base en las siguientes inquietudes:

¿Es viable y pertinente para usted convertir el oficio del escritor en una profesión?

--Por muchos establecimientos de carácter formal que se inauguren para otorgar un título profesional como escritor, pienso que éste sigue siendo un oficio del Renacimiento: autónomo, más bien solitario, sin ataduras formales --excepto la necesaria fidelidad con las leyes de la ortografía y la sintaxis. El de escritor es un oficio individualista y de poco equipo. Por ejemplo, un escritor tuvo la idea de construir una narración colectiva, con la ayuda de muchos de autores que le colaboraron en ese experimento; las intenciones del francés George Perec y sus amigos por hacer una novela colectiva, cayeron en el olvido. En otras palabras, un cartón en la mano no es una patente suficiente para ser calificado como escritor. Antes bien, a lo mejor sería un sospechoso a los ojos de los sabuesos, como ocurriera en las peores épocas del macartismo en California con Dalton Trumbo y otros guionistas.

¿Qué hacer para que las obras y las publicaciones de los escritores de provincia circulen en la región y en el país?

--Lo que debe hacerse para que las obras literarias de provincia circulen por todas partes, es prepararlas con mucha calidad e imaginación. De lo contrario, solo pasarán las aduanas de los mediocres y nunca trascenderán más allá del río Santo Domingo. Por supuesto que la calidad no se improvisa: ella es una gota de sudor, una sobre otra, que se va deslizando hasta alcanzar una obra más o menos aceptable. La calidad se construye a partir de esa lucha permanente que tienen entre sí los gerundios y las metáforas, o la semiología con la ortografía. Eso de la escritura automática del poeta que se sienta en una cafetería, al lado de un tocadiscos, a escribir versos, eso ya no se da espontáneamente desde los tiempos en los cuales Sartre escribía sus diálogos teatrales en el café de Flore. Algo más para hablar de la calidad de los nuevos: la inteligencia que le sobraba a Roberto Bolaños solo se la reconocieron después de muerto, y ahí nos quedó su obra para siempre, porque precisamente tenía calidad… y talento.

¿Es pertinente crear y reglamentar concursos en las regiones y en los departamentos para generar estímulos a los escritores, lectores y gestores literarios?

--Desde luego que es pertinente y necesario. Los estímulos son eso, motivaciones para proseguir con el esfuerzo de engendrar y producir. Participar en un concurso, en un taller literario, en una columna de un diario o una revista, en una publicación semanal, en un blog, son variedades de expresión literaria que sirven de alicientes para continuar en el empeño de aprender a corregir las torpezas y enfrentarse a la crítica. Que yo sepa, no hay muchos alicientes de ese tipo por aquí. Y si creamos uno de ellos, por ejemplo un concurso de novela, vamos a tener una lamentable cosecha de muchos concursos desiertos hasta que al fin podamos exhibir unos trabajos que valgan la pena. Vale la pena multiplicar los talleres literarios, para que se aprenda el uso de las herramientas del escritor y a poner el aceite lubricante donde sea necesario. Y a propósito de la crítica literaria, no la hay en el Quindío: dan ganas de llorar cuando uno está impedido de conocer los comentarios del esquivo Carlos Alberto Castrillón, uno de esos críticos y examinadores más calificados que tenemos para mostrar en todo el país, pero quien carece de una tribuna adonde podamos acercarnos a dialogar con él y leerle sus glosas.

¿Considera usted viable que los escritores impulsemos la elaboración y trámite de una Ley Nacional de Literatura que regule la profesión del escritor, el estimulo a los hábitos lectores y la definición de fuentes fijas de financiación para el área?

--Con Jorge Valencia Jaramillo, cuando él era senador y yo el director de la Fundación Pluma, participé en la gestación de la famosa ley del libro hace un par de décadas. Afirmo que una ley reguladora es un sancocho que se prepara con muchos ingredientes: los gobiernos primero le ponen las riendas, los editores y libreros le ponen descuentos, los colegios le ponen comisiones, los cineastas piden subsidios, y los artistas no se transan por menos de una subvención. El sancocho se va cocinando. Encima de todo, a los padres de la patria habrá que darles hoy una contraprestación en forma de votos. Semejante torre de Babel no la monta nadie, excepto cuando los gobiernos autoritarios sacan el látigo. Y si así lo hacen, salen muchas censuras veladas. Por lo demás, para cocinar una ley participativa, ¿se imaginan ustedes lo que sería poner de acuerdo los intereses del gremio de los minicuentistas y los novelistas, con el gremio de los serenateros o los sonetistas? Mejor sugiero que se adopte esa refinada estrategia parlamentaria que consiste en meter cinco o seis micos culturales en proyectos diferentes, y dejar que ellos se vayan acomodando en los árboles hasta que nadie los pueda tumbar. En fin, el esfuerzo de un estatuto nacional es demasiado grande y complejo que comienza por lo más enredado: poner de acuerdo a miles de personas y fijar, colectivamente, los objetivos de la Ley; enseguida abrir las puertas de la participación y, cuando ya todo esté aliñado, rezar para que la Corte no nos ofrezca una nueva decepción. Por fortuna pienso que de leyes culturales estamos hasta la coronilla; solo necesitamos nobles ejecutores que sepan trabajarlas para abrirnos hacia nuevas puertas de integración.

¿Estaría dispuesto usted a participar desde julio a octubre en la elaboración de esa Ley y en la confección de la Agenda que discutirá el Consejo Nacional de Literatura en octubre de 2007?

--Desde luego que si. En tanto que los objetivos de esa ley se pacten con transparencia, entonces se podrá contribuir a ellos; es decir, cuando tengamos una idea comprensible de hacia adonde vamos con esa temática. No es lo mismo legislar con ideas neoliberales que con las contrarias. Por ello, cuando los globalizadores (v.g., las editoriales multinacionales) se metan en este baile, no me imagino lo que puede salir. Y por ultimo, lo más peligroso que viene para los escritores: las leyes crean burocracia, las burocracias crean reglas, las reglas se convierten en permisos, y los permisos en credenciales con las cuales uno sale a la calle mostrando la tarjeta de “escritor de metaficción” o de “poeta clásico”, documentos estos que no sirven ni para entrar gratis a una película rosa de Nicole Kidman.

¿Cómo revertir, mediante qué estrategias, el bajo nivel de lectura de jóvenes en el país?

--En el caso de esta región, el objetivo para aumentar el nivel de lectura de nuestros habitantes consistiría en hacer un Plan Departamental de Bibliotecas orientado a construir una muy buena en cada municipio, abierta día y noche. Se trata de crear más y más espacios para llevarles la lectura a los jóvenes y promover incentivos en este campo, antes que hacer otras obras de cemento que tengan baja demanda --por muy importante que ellas parezcan para los turistas estacionales que vienen por aquí. Este Plan requiere una voluntad política seria y de largo plazo, cuyos resultados se verán en muy poco tiempo. Un ejemplo, el de México, es muy valioso: en los años cincuenta allá fundaron una entidad gubernamental, el Fondo de Cultura Económica, que es a la vez editora, impresora, y distribuidora con una trascendencia continental que todavía muestra sus méritos. Todos los latinoamericanos pudieron acercarse a la filosofía de Heidegger gracias a la traducción de José Gaos, o la de Eugenio Imaz para la obra de Dilthey. Ni hablar de las colecciones poéticas o de novelas que el FCE publicaba. Por eso me pregunto, con respecto al Quindío, si hoy existen pianos para tocar esta bella melodía.

Jaime Lopera Gutiérrez

20 de junio de 2007
ADIÓS AL SONETO

La muerte de la poesía o adiós al espíritu.

El pasado 10 de junio, en Circasia, municipio de uno de los departamentos cafeteros de Colombia, murió el poeta Noel Estrada Roldán. Era el último cultor del soneto clásico alejandrino en Colombia y tal vez en el mundo. La terrible, aunque literariamente transmitida, noticia de su muerte me golpeó en Madrid a través del correo electrónico:

La clepsidra fatal de mi salivaentre mis labios trémulos कोन्वोचा
una cósmica sed que me कोलोचा
bajo oscuras cisternas de agua विव

.......
Intuyendo su arcano poderío
sentiré que la muerte halla aposento
en la tibia oquedad del pecho mío।

Noel Estrada Roldán

( Aguadas 1।927 - Circasia 10 de junio del 2।007)

Saludos
Álvaro López Cortés।


Convoco, no un minuto de silencio, sino una salva de aplausos prolongados por ese viejo bello que habitaba como uno más de su fauna familiar en el espacio de una poesía lúcida. Descansa, ya lo creo, de este largo camino sin meta.

Ya veo a toda academia, a los comunicadores sociales, a la dirigencia política, a los administradores culturales de la región, que lo olvidaron en vida, escribiendo ensayos hipócritas sobre su amor por Noel Estrada Roldán. Por esa misma condición sería preferible guardar silencio. Sería mejor no contárselo a ellos -nosotros- porque al menos la muerte del último estoico, podría volver la mirada sobre su obra, porque sobre la persona humana que todo lo merecía ya no será posible.

A él también le van los versos de su admirado amigo Baudilio Montoya (cito de memoria)

Estoy viendo el proceso de mi muerte
y asistiendo a la farsa de mi entierro
un desfilar de gentes
que hace ostentación de sentimientos

Yo descanso
rendido para siempre
en mi atud de cedro
del cedro laborado en la montaña
antes de la llegada del invierno.

Y comentan en pérfido
Susurro: era sencillo, cordial y generoso
y haber muerto
Dicen así
los que restaron fuerzas a mis alas
cuando iban en su vuelo.
Los mismos zoilos
de la humana farsa
los oscuros y sordos fariseos

Ya se detiene con reseco golpe
el carro de los muertos
y chirrían los goznes de las puertas
que dan al cementerio
un necrófago, dos, quién sabe cuantos
sus mentidas razones van diciendo
celebrando mi provido sentido
y alabando un talento que apenas ven
cuando comienza el viaje
definitivamente sin regreso.

Después, la soledad,
el campo solo
las cruces azotadas por el viento.

Ah, si al final de mi jornada,
cuando ocurra todo lo pienso
desde el gélido lecho de mi tumba
me pudiera reír como yo quiero.

Importante recordar ahora que para mitigar las penurias del viejo Noel Estrada Roldán, Gladys Molina, desde la Gerencia de Cultura del Quindío, hoy descendida a inexplicable coordinación burocrática, creó la Violeta de Plata, que le fue concedida también al poeta Jairo Baena, días antes de su muerte. "En vida, hermano, en vida". Y el entonces Gobernador del Quindío, Henry Gómez Tabares le editó, también para apoyar su precaria existencia, una antología de poemas que el propio Estrada Roldán tituló Un camino sin meta, con la portada de uno de los más importantes acuarelistas colombianos, el Maestro Hernando Jiménez, con quien también el Quindío, esa tierra propicia para los adioses fariseos, está en deuda. La casi totalidad de la producción se le entregó como pago de derechos de autor a Martica, su amorosa compañera de viaje. Transpiraba orgullo por los poros cuando hablaba de su historia de amor por este hombre hierático y su poesía. Paliativos que nunca alcanzaron a brindarle una vida digna a nuestro admirado creador de asombros y el último cultor vivo del soneto clásico. Pingues esfuerzos y escasos logros que habla de nuestro fracaso generacional por conquistar para los artistas del Quindío y de Colombia, las leyes protectoras que le garanticen tanto a los creadores de mejores mundos posibles, como a las próximas generaciones de colombianos, que viven inmersos en el horror de las fosas comunes y los desplazamientos forzados, motivos de existencia más allá de el enriquecimiento fácil o la estulticia elevada a la condición de gobernante.

No importa que ahora se ría de nosotros, de nuestros tardíos reconocimientos, al menos Noel Estrada Roldán, en medio de la precariedad que padeció con el estoicismo y la dignidad que lo caracterizaban, pudo disfrutar un tipo de muerte, ahora extraña en Colombia: murió de muerte natural. Paz en la tumba, pero no silencio. Aplausos, aplausos y un concentrado esfuerzo colectivo de memoria para que en Colombia sean más valiosos los hombres y mujeres que hacen arte para elevar la calidad de vida de los otros, para brindarles más horizontes al espíritu de sus compatriotas, que quienes empuñan un fusil, un hacha, una motosierra, para arrancarles miserablemente la vida.

Sí, prefiero un adiós con mea culpa, al silencio y al olvido total. Adios mi viejo bello.


Carlos Alberto Villegas Uribe
NOEL ESTRADA ROLDÁN, EL SONETISTA

José Jaramillo Mejía * Escritor * josejara@une.net.co

En Circasia, Quindío, donde se había refugiado desde hacía varios años, murió la semana pasada el poeta aguadero Noel Estrada Roldán, tal vez el último clásico, en el sentido de la poética rica en metáforas, culta en la concepción de las ideas y ajustada a las normas impuestas por los maestros del Siglo de Oro de la literatura española y por los inmortales poetas franceses e hispanoamericanos como Verlaine, Boudelaire, Darío, Neruda y similares.
De imponente figura física y dueño de una indeclinable rebeldía, los tropezones de la vida laboral y la penuria económica rindieron por fin a Estrada Roldán. Este ocaso lamentable sólo tuvo el lenitivo del cuidado y la abnegación de Martha, su compañera, que como la bíblica mujer valiente capoteó dificultades y sostuvo con decoro la vida y la imagen literaria del poeta.
En sus épocas de esplendor, Noel Estrada frecuentó los selectos escenarios intelectuales de Bogotá, viajó por Europa y cantó a España en sonetos perfectamente confeccionados, que recogió en varios libros que apenas unos pocos amigos y admiradores suyos conservan, aunque casi nadie haya acudido a su humilde morada circasiana a poner algún piadoso bálsamo a su atormentada existencia.
En su último libro, Romanzas de Mocedad, que algún mecenas quindiano publicó para ayudar en algo a las penurias del poeta y su pareja, recogió versos de su juventud, cuando su voz poética era alta, orgullosa y apasionada. Veamos:
“Ansia inútil: Un poema de amor siempre frustrado/ lleva a mi sangre mástiles de fuego,/ y un velamen ardiente y desolado/ agita la pasión en que me anego./ Huraño y vengativo, siempre el hado/ acecha la ternura de mi ruego,/ y el verso a cada instante malogrado/ acrecienta el dolor con que me ciego./ Perdido en insondable laberinto,/ frenético y voraz clama mi instinto/ la forma de calmar mi saciedad./ Y ella, la inexplicable, absorta y muda/ levanta la coraza con que escuda/ la llama de su núbil castidad.”
Y este otro soneto, Vieja Canción, fechado en Manizales en 1951: “Esta vieja canción que rememora/ el eco fiel de un verso no aprendido/ conjuga el desamor con el olvido/ de lo que antaño fue y ya no es ahora./ Y así vibra en los labios, triunfadora/ del tiempo que es silencio detenido/ a la vera del hombre conmovido/ por el curso del alma promisora./ Vieja canción de ausente melodía/ que en época anterior me repetía/ ansias de amor en versos no aprendidos./ Dulce canción, tan diáfana y ligera,/ que en ella se inició la Primavera/ del corazón y todos sus latidos.”
Martha, heredera apenas de la altivez del poeta, se preparó para que su muerte pasara desapercibida, como había sido su vida en los últimos años, ajena a ritos religiosos y a reconocimientos póstumos. Apenas una lacónica llamada al amanecer anunció a unos muy pocos amigos: El poeta -como ella lo llamaba- acaba de morir.
LOS POETAS NO MUEREN DE PIE

Carlos Fernando Gutiérrez Trujillo


¿Por qué tuvo que ser aquí segada
la mies de tu garganta estremecida
si toda la vendimia fue nutrida
bajo tu eterna voz arrebatada?
Noel Estrada R

“ Si sientes predilección por los criptoglotismos y jerigonzas de la antipoesía, es decir, de la poesía moderna, no inicies la lectura de este poemario porque es un testimonio.. al encontrar entre la perpetua belleza del mundo la estupidez y la maldad humanas” Con estas palabras iniciales del libro “Romanzas de Mocedad” (1993), Noel Estrada Roldán postuló los principios existenciales y clásicos, que caracterizaron su vida y su obra. Defensor a ultranza de los valores de la eterna belleza, de “la auténtica poesía que llega a través de la ética existencial a la estética ontológica”. Fue quizás unos de nuestros últimos cultores de los valores Grecolatinos y las fuentes decantadas del soneto.

Nuestro poeta no renunció a sus principios. La modernidad y la poca valoración social y crítica de su obra lo fueron dejando solo y terminó derrotado por un tiempo de exigencias materiales y preocupante levedad. Nacido en Aguadas (1927), pero residenciado en el Quindío desde su niñez, dejó importantes obras: Clamor de España (1959), Sonetos de Anteo ((1968), Romnazas de Mocedad (1993), Sonetos y Acuarelas (1996), Un camino sin meta (1999).

Murió solo, como terminan los que no renuncian a sus principios estéticos. Fiel a una poesía depurada y sublime. Su persistencia en los valores más formales del arte y el soneto, le permitieron construir una poética con hondos temas humanos y excesiva conciencia del mundo. En sus versos se desgarran las intimidades del ser. Carlos Castrillón en un importante estudio en el año de 1999 nos dice de su poesía: “En los libros de Noel Estrada, no encontramos un solo ripio, ni una sílaba que afee el poema, ni el retruécano, ni el juego, sino la densidad de la palabra balanceada por el peso del sentimiento. La belleza que emana de cada verso, las resonancias sensitivas, la fluidez, la elegante sonoridad y la sobriedad expresiva, lo hacen grande dentro de esta retórica envejecida y petrificada”.

La condena para los que silencia la sociedad es el olvido material y espiritual. Poco a poco la sociedad les va cercando su existencia de pobreza y desestimación. Así terminó sus últimos años Noel Estrada: en una humilde casa de Circasia a la que, poco a poco, la pobreza le fue saqueando libros, reliquias personales y objetos caseros. Sólo Martha Gómez de Estrada su esposa le fue fiel a su vida de esteta. Quedamos en deuda todos. Los académicos, los estudiantes de literatura, los profesores, la clase dirigente. Debimos comprometernos con este hombre que representó un momento histórico y estético en nuestro departamento. Y seguimos en deuda con importantes cultores de la palabra regional, a los que también hemos condenado al olvido: Bernardo Pareja, Juan Restrepo, Guillermo Sepúlveda, Mario Sirony, Argelia Osorio, entre otros

De Noel Estrada nos queda su mejor poesía. Su inmortalidad se mantendrá en sus hondos temas humanos y su culto al soneto. Jesús Campillo, sobre la obra de Roldán nos dijo: “Cuando hoy ante la pérdida de todos los valores y normas, aparece un rayo luminoso, inspirado en las rutas del clasicismo, todos acogemos con avidez la palabra enérgica del poeta”. Así fue este hombre, cultor sin concesiones del poema tradicional. Ël lo anunció al referirse a quienes su acercaran a su lírica “un autor que, aparte de su autárquica soberbia, no tiene otra mácula que la de haber constituido un público concubinato con la penuria económica, ninfa egeria y musa fiel de los poetas”.

Después de haber creído en la quimera
Del arte de vivir y de la gloria
Mi corazón regresa sin historia
Al muelle en que zarpó por vez primera

Los lauros que anhelé, quién lo creyera,
Son similor de pírrica victoria
Y en la hojarasca yace la ilusoria
Floración de frustrada primavera


Carlos Fernando Gutièrrez Trujillo
letrasdelcafe@yahoo.com