1.7.07

LOS POETAS NO MUEREN DE PIE

Carlos Fernando Gutiérrez Trujillo


¿Por qué tuvo que ser aquí segada
la mies de tu garganta estremecida
si toda la vendimia fue nutrida
bajo tu eterna voz arrebatada?
Noel Estrada R

“ Si sientes predilección por los criptoglotismos y jerigonzas de la antipoesía, es decir, de la poesía moderna, no inicies la lectura de este poemario porque es un testimonio.. al encontrar entre la perpetua belleza del mundo la estupidez y la maldad humanas” Con estas palabras iniciales del libro “Romanzas de Mocedad” (1993), Noel Estrada Roldán postuló los principios existenciales y clásicos, que caracterizaron su vida y su obra. Defensor a ultranza de los valores de la eterna belleza, de “la auténtica poesía que llega a través de la ética existencial a la estética ontológica”. Fue quizás unos de nuestros últimos cultores de los valores Grecolatinos y las fuentes decantadas del soneto.

Nuestro poeta no renunció a sus principios. La modernidad y la poca valoración social y crítica de su obra lo fueron dejando solo y terminó derrotado por un tiempo de exigencias materiales y preocupante levedad. Nacido en Aguadas (1927), pero residenciado en el Quindío desde su niñez, dejó importantes obras: Clamor de España (1959), Sonetos de Anteo ((1968), Romnazas de Mocedad (1993), Sonetos y Acuarelas (1996), Un camino sin meta (1999).

Murió solo, como terminan los que no renuncian a sus principios estéticos. Fiel a una poesía depurada y sublime. Su persistencia en los valores más formales del arte y el soneto, le permitieron construir una poética con hondos temas humanos y excesiva conciencia del mundo. En sus versos se desgarran las intimidades del ser. Carlos Castrillón en un importante estudio en el año de 1999 nos dice de su poesía: “En los libros de Noel Estrada, no encontramos un solo ripio, ni una sílaba que afee el poema, ni el retruécano, ni el juego, sino la densidad de la palabra balanceada por el peso del sentimiento. La belleza que emana de cada verso, las resonancias sensitivas, la fluidez, la elegante sonoridad y la sobriedad expresiva, lo hacen grande dentro de esta retórica envejecida y petrificada”.

La condena para los que silencia la sociedad es el olvido material y espiritual. Poco a poco la sociedad les va cercando su existencia de pobreza y desestimación. Así terminó sus últimos años Noel Estrada: en una humilde casa de Circasia a la que, poco a poco, la pobreza le fue saqueando libros, reliquias personales y objetos caseros. Sólo Martha Gómez de Estrada su esposa le fue fiel a su vida de esteta. Quedamos en deuda todos. Los académicos, los estudiantes de literatura, los profesores, la clase dirigente. Debimos comprometernos con este hombre que representó un momento histórico y estético en nuestro departamento. Y seguimos en deuda con importantes cultores de la palabra regional, a los que también hemos condenado al olvido: Bernardo Pareja, Juan Restrepo, Guillermo Sepúlveda, Mario Sirony, Argelia Osorio, entre otros

De Noel Estrada nos queda su mejor poesía. Su inmortalidad se mantendrá en sus hondos temas humanos y su culto al soneto. Jesús Campillo, sobre la obra de Roldán nos dijo: “Cuando hoy ante la pérdida de todos los valores y normas, aparece un rayo luminoso, inspirado en las rutas del clasicismo, todos acogemos con avidez la palabra enérgica del poeta”. Así fue este hombre, cultor sin concesiones del poema tradicional. Ël lo anunció al referirse a quienes su acercaran a su lírica “un autor que, aparte de su autárquica soberbia, no tiene otra mácula que la de haber constituido un público concubinato con la penuria económica, ninfa egeria y musa fiel de los poetas”.

Después de haber creído en la quimera
Del arte de vivir y de la gloria
Mi corazón regresa sin historia
Al muelle en que zarpó por vez primera

Los lauros que anhelé, quién lo creyera,
Son similor de pírrica victoria
Y en la hojarasca yace la ilusoria
Floración de frustrada primavera


Carlos Fernando Gutièrrez Trujillo
letrasdelcafe@yahoo.com

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