29.11.08

DESDE COLOMBIA. Hugo Hernán Aparicio

JÓVENES POETAS QUINDIANAS
La poesía como género literario, sustancia íntima de quien la modela, no siempre afín con la percepción del receptor de su mensaje, es ajena a género y a edad. Conviene recordarlo al pretender segregar del universo escrito tal o cual acopio textual con caprichosas etiquetas de clasificación. El verso es criatura expósita, tan pronto grita en la oscuridad del universo. Una más entre multitud de voces lanzadas al andrógino e intemporal infinito, a menudo tan débil que aún a los mismos autores o autoras se les dificulta auto-escucharse.

Se me pide seleccionar y hacer una breve nota introductoria a las obras en construcción, de tres mujeres quindianas cuyas edades individuales no se acercan todavía a la treintena: Leidy Bernal, editora de la Colección Cuadernos Negros, investigadora y minicuentista; Angélica María Beltrán, egresada del programa de Literatura de la Universidad del Quindío; y Beiddy Muñoz, colega de la anterior, docente universitaria y realizadora de programas radiales. Con ello se pretende reconocer la existencia de una generación femenina de relevo que conserva vivo un fuego obtenido con yesca, eslabón y pedernal por celebradas cultoras del género, en comprensión geográfica del Gran Caldas, algunas en trance de justa revalidación: Carmelina Soto, Maruja Vieira, Dolly Mejía, Dora Castellanos, y en más recientes calendarios, Esperanza Jaramillo.

Tres formas particulares de bucear en sus propias profundidades interiores, de observar y comprender el mundo estrecho del lar comarcal, para confrontarlo con una exigente contemporaneidad global que, al pusilánime, desconcierta y disuade. No son frecuentes casos como estos de superación de la banalidad anulante, de la planitud de caracteres y de precarias angustias existenciales o sensibleras, a favor de la exploración audaz, de la afirmación de identidades con filos, aristas, y jóvenes fervores. En cada una de ellas se adivinan lecturas previas y tendencias más o menos trazadas. Nada definitivo, desde luego, pues tan ciertos son los entusiastas apremios que guían sus poemarios, como las lecturas en espera y las amplitudes pendientes de explorar. Si me exigieran un denominador común para estas obras en franco proceso de maduración, me inclinaría por el compromiso lírico innovador y el oficio literario que en ellas es latente. Cabe el optimismo en el porvenir poético femenino del Quindío.
Hugo Hernán Aparicio Reyes


POEMAS DE LEIDY BERNAL
(De su cuaderno de poesía, Silencios de Hadaverde)


No esperes
que la muerte te olvide.

Vendrá por ti
cuando no te queden hojas
y seas espacio para habitar.
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Cadáveres como espejos
amplían espacios.

Fragmentos de vidrio
llamando la atención
de los vivos.

Cuánta soledad
en ojos caminantes
que miran sin mirarme.
_______________________

Cuánta basura habita
en besos de los amantes.

Sus cuerpos,
sombras marchitas.

Flores cerrando puertas de otros días.
________________________

Esperar la llegada
del pasado, cada día,
entorpece los instantes presentes
olvidados.
Si el pasado no llega
y el presente se fue, no queda más
que volver a morir.
_____________________

Espera,
caminante invisible de mi sangre.

Bebe de mis ojos sin saciarte,
sin abrir los tuyos.

Deslízate por mis venas,
como si fueras hombre,
hambre o sangre de mi cuerpo.
______________________

No llores, me dijo.
Contesté que no sabía
nada de la noche,
que una canción
escapó de la aurora.

¿Es aquella que cantan las hojas
en el funeral del caracol?
Parece, respondí.
Pero es imposible
confundir la voz de seda
con que la entonaban
los murciélagos.

No llores, insistió.
Le conté que ya no
existen las frases
que puse en el jarrón
que sólo hay palabras
marchitas.

¿Es aquella que danzan los cuervos?
Parece, respondí.
Pero extraño la danza
de las margaritas.
Desde que los búhos
robaron mi violín,
la música con que
las acompañaba, murió.
_______________________

Deseo escribir
con el lenguaje que hablan
a través de mí, los sueños.
Exigirles que dicten
el silencio que acude
cuando los ojos se cierran
y se abre el sueño, donde
las palabras esperan
mi lengua para poseerla.

El sol guarda en sus bolsillos
los cuerpos perdidos
de los transeúntes.
Sus pieles roban al sol su piel
y caminan y caminan.
Pasos envejecidos
ladran en mi almohada.
____________________


Escribo el día
para que anochezca
y la noche llega.
No es de día ni de noche,
pero escribo, escribo.

Una serpiente canta
y llega el día.
Escribo sobre la serpiente
el día, y canta sólo noche.

Amanezco.
Anochezco.
Canto.

POEMAS DE ANGÉLICA MARÍA BELTRÁN
(Inéditos)

ORACIÓN A LA DIOSA DEL AJEDREZ
Querida Kaisa,
tú que habitas a la siniestra de este juego vital,
tú que miras con fijeza el terreno de estrategias,
que mueves los hilos de Aquello
que yo peón de la vida ignoro,
haz que descienda de la opresión de mi reino
y que airoso camine entre ruinas de torres y jinetes.

Absuélveme de jugar cruel retozo,
déjame pacer en este campo de mirra y lloro
y ver los ojos de mi amada, reina enemiga.

Si aún es posible,
déjame habitar en la intemperie;
haré de mí, pasto de caballería,
y podré en el otro extremo,
recuperar mi vida
en el paraíso de los peones maltrechos.


VARIACIONES EN TORNO A UNA PUERTA
Rememora los placeres del viento,
va y viene para sincronizar
con los corazones de los árboles del no-olvido.

La puerta no olvida sus raíces,
sus pies de fango;
a veces delira con muñones y bastones de palo.

En los días de invierno
estalla contra los marcos
para sacudirse la nostalgia.

Cuando ya no puede
con tanto hastío,
se desquita contra los dedos
de algún niñito distraído.


RECUERDOS
Con qué valentía saltas la cuerda y dibujas columpios para mis sueños.

Del cine aprendí a soñarte en cámara lenta y a rebobinar tu sonrisa en mi memoria.

Cuando jugamos a las muñecas con tanta sinceridad te convierto en mi esposa.

No sé si lo has notado pero tu madre no desea que siga siendo tu mejor amiga.


ARACNE Y YO
Cuando el día borra el escorzo del silencio
soy la medida de mis angustias.
El amanecer se esfuma,
mis ropas huelen a tierra.

Presiento el odio de este día,
el cólico de las mañanas.
Preparo las agujas,
hilo piedrecitas,
ahorro mi suplicio.

Dobles mis pies,
dobles mis manos,
tan perfecta como una araña.


UN CASO PARA AUGUST DUPIN
En posición de loto
las sospechosas gafas
descansan sobre el escritorio




RENDICIÓN
Las manos alzadas
señalaron el final de la guerra.
Hoy perdí la batalla
en el campo de tu vientre.


POEMAS DE BEIDDY MUÑOZ
(Inéditos)

TU TACTO

La luz blanca es la que te gusta
observo la palidez de tu piel
no estabas tan transparente
desde tu primera comunión
te tornas oscura
mientras te quitas las hojas
y tu semilla rosa
se desmaya ante mi saliva.
¡Eres tan dulce!
Panela ron cocaína
tu vida en tres palabras,
aguadulce es lo que más extraño de mi abuela
dices con tus ojos de atardecer
no pudiste quedarte allí
o partir desde aquel momento a la cercanía de mis brazos
pero con Pastor López y La Lambada
aprendiste que en los pies nocturnos
se guarda es secreto vaginal
en un buen baile se descubre
la grande y abultada
caballerosidad del macho
la arritmia candente que aúlla en las caderas.
Todo no importa cuando nos besamos.
tus otros dos gustos son mi delirio
servidos con doble porción de tus senos
hacemos cebras peatonales en nuestras espaldas
que desaparecen antes de la exhalación
y no quema el licor amarillo
en tu piel
porque ácido es lo que sudas
matándome con pasión
con cada gota que de tu abdomen se desliza al mío.
¡Eres tan mía!
como tuya es la barra en la que te deslizas
todos los sábados
y ¡Te amo tanto!
que te siento en cada escalón que subes
llevando de la mano
a tus mejores clientes
mientras yo sigo
noche a noche
tocándote con mis ojos.


¿GNOMOS?

El 90% de las mujeres lo esperan
quieren desgarrar su pelvis como porristas
y poder parir cuarenta penes
amarrados con un brazo,
sentir felicidad
pezón lacerado
cabrito cabrón
bebiendo calostro.
La “realización de la mujer”
es cuento de los gnomos
así como la fidelidad masculina.
El valor de la mujer por tener un hijo
es igual al precio del hombre
que tiene dos mujeres al mismo tiempo.
No hay 10% placentero
sino diez minutos de satisfacción
causados por diez milímetros de piel,
femenina, por su puesto.
No a la ignominia de senos y nalgas
no estamos hechas de labios
ni somos una gran vulva que camina
caminamos con las tripas
con ellas nos vestimos.
No necesito de ti, hombre, para ser infeliz
tomo mi propia mano
y sonrío hasta la muerte.

VAIVIENE

Recuerdo que nuestras geografías fueron conocidas. Las manos podían palpar más allá de la piel, se podía sentir cómo tu sangre recorría con ligereza el cuerpo y erectaban las sensaciones en rápidos centelleos de picardía.
Allí, a unos metros, estabas tú, con luces rojas y amarillas de fondo, sobrepasando a una bailarina de bar porque tus movimientos eran más finos, más pasionales que cualquier pierna deslizándose por un tubo. Horas después estabas a un suspiro de mis mejillas, con los ojos abiertos y los párpados cerrados
y tus labios
más y más gruesos
pesados como lápida
rojos hígado
tanta sangre estancada en cinco centímetros
recorrían metros y metros de piel
de palabras gritadas
jadeadas.
El sumario ordenaba
Página 3: Besos
Página 15: Desvestir
Página 37: Penetrar

No hay orden
en este compendio de música carnal
no hay simetría
entre tus piernas y la sombra de mi pequeño busto
las sombras ordenan la dilatación de los cuerpos
de los besos en la mano
en el cuello:
quisiera tenerlo como jirafa pálida
para que pongas las manchas con tus labios de cereza.
La posibilidad de remar en tus costillas acrecentaba y mi canoa estaba inundada, tal vez derritiéndose por tu verano, a punto de desembocar en tu amplio mar. Yo transportaba saliva allí y allá y era DELICIOSO sentir en mi boca tu otra extremidad que apuntaba al cielo, y mi lengua bailaba en tu falo al ritmo de tus quejidos hasta que una sinfonía de cabellos, vellos, contracciones y bichitos iluminaron y escupieron en mis dientes, todo el íncubo que te poseía habitó en mí.

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