2.1.08

DESDE ALEMANIA. LA MIRADA DE EVA.

GRABADO DE FABIOLA ALARCÓN
Museo de Arte Erótico Americano


Del Cuerpo y la memoria

La noche me cubre y tú me entregas en la boca todo cuanto cabe entre tus manos. La vida es una en nosotros, en esa caricia en la cual confundo tus manos con mi boca, donde no se sí es tuya o mía esa lengua, de quién esa piel, y de dónde entonces esa mano que hace suyo un seno que está no sé dónde, porque no sé quién está arriba o abajo, ni quién cuándo o por qué, de quién ese ser que se adentra y se derrama, en el grito que hiere cuando llegas. Y respiro para atarte a ti, mi esposo, ropa henchida en el piso, silencio y cuerpo que ignoro, que abrazo, sin razones para negarme a tu cuerpo, sus tentáculos de fuego, sus cavidades de hiel. A salvo de la ciudad y sus mentiras. Los dos tan hundidos, tan perdidos y felices. Serpientes que se tragan en el beso, del beso que bebe, de dientes que se afilan en tus dientes. Enloquecida, desmadejada, abierta, hago mía cada parte de ti y de todo lo mío que tú eres, simultáneamente, deseando que quepas todo entero. Princesa en este breve y tan tuyo espacio, escenario de una historia tan pequeña. Hacia ti me extiendo, para consumir en tus nalgas el último rescoldo de la niña que nunca más volverá a ser entre tus brazos. De cuerpo a cuerpo, golpea, golpea, golpea. Senos que queman, que anhelan estar en tu boca. Boca que marca y sangra. Todo ocurre para siempre en el instante. Vente ahora adentro, ahora que te amo, que soy sorda, insomne y maleable, atrapada entre tu cuerpo y la ventana, amante en el alma y en la piel. Amanece y el sueño se ha ido de mi rostro, abrazo tu espalda, feliz y extenuada, en el dulce miedo de saber que nada existe. Llega a mí la realidad, ese mundo que me arrastra hacia mi mundo. Palpo mi cuerpo para saber que sigue ahí, quiero más pero no hay caso, es hora de empezar otra vez, de tomar café cargado mientras tú mi amado extraño vas y vienes por las blancas paredes. Solo que no sabes que esta vez me quedare contigo para siempre, un segundo después del primer beso, de dejar atrás nuestra húmeda, profunda y definitiva primera noche en la oscuridad.
Eva Duran.
Además, un cuento del extraordinario cuentista barranquillero Juan Miranda

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