EN LA RUTA DE SEDA
"Le llevó de regalo una túnica de seda que ella, por pudor, no se puso jamás. Si la sostenías entre los dedos, era como apretar la nada... " Quizás exista un intento mejor logrado de aludir a la sutileza del tejido, asociado histórico de belleza, opulencia y poder. Quizás puedan hallarse en el enorme inventario de la narrativa literaria, un balance más sugestivo entre lo escrito, y aquello que con delicada intención se omite; o una atmósfera semejante de indefiniciones, de silencios, de perfiles humanos y sucesos apenas esbozados. Quizás.
"Le llevó de regalo una túnica de seda que ella, por pudor, no se puso jamás. Si la sostenías entre los dedos, era como apretar la nada... " Quizás exista un intento mejor logrado de aludir a la sutileza del tejido, asociado histórico de belleza, opulencia y poder. Quizás puedan hallarse en el enorme inventario de la narrativa literaria, un balance más sugestivo entre lo escrito, y aquello que con delicada intención se omite; o una atmósfera semejante de indefiniciones, de silencios, de perfiles humanos y sucesos apenas esbozados. Quizás.
"...Lentamente la hizo girar hasta tener en sus labios el punto preciso en que él había bebido..." - "...ahí estaba la taza de té, frente a él. La tomó y comenzó a voltearla, y a mirarla, como si estuviera buscando alguna cosa en el filo colorado de su borde. Cuando encontró lo que buscaba, apoyó allí los labios y bebió hasta el fondo"... Tal vez para gustos prosaicos, pasajes de limpio erotismo como este, destilado a gotas entre el ir y venir intercontinental de uno de sus personajes principales, resulten mudos. Tal vez la iterada descripción de los periplos de Joncour por tierras y mares remotos (entre Francia y Japón) en busca de las preciadas larvas, mucho antes de la navegación aérea; la incursión extraña al contexto de uno que otro actor momentáneo, como aquel vecino que abandonado por mujer e hijas se negó a volver a hablar -"... la vida, a veces, te cambia de una forma que no hay nada más que decir..."-; o la trama de evocación Christie o Simenon que soporta el relato, parezcan artificios para atrapar lectores. Tal vez.
Mas no es posible que tan deleitoso elíxir narrativo sea apenas una conjunción de elementos producto del azar. Talento y oficio brillan nítidos y a la par en la pequeña novela o cuento largo (cedo la discusión a eruditos y críticos) del italiano Alessandro Baricco, cuyo título, “Seda” (1996), ronda entre sus páginas. A veces, como el tejido material objeto de fortunas, de cruentas guerras, de rutas aventureras; otras, como elaboración de erotismo contenido o imágenes de entrevelo; y a lo largo del texto, en su esencia misma; en la tersa corriente de su lenguaje. Su lectura de viva voz, en una sola sesión, es experiencia estimulante. Igual si se prefiere el silencio, en complicidad con el narrador.
El laconismo en Seda, no obstante, es engañoso. Por una parte, el resultado no siempre es concisión. Por otra, la restricción, a lo largo del discurso anecdótico es selectiva. Por momentos abunda el detalle hasta aparentes excesos. Obedece lo anterior, más que al designio caprichoso del autor, a su coherencia con una estructura innovadora de inspiración neobarroca. Seda, a diez años de su publicación es ya obligatorio referente de las nuevas tendencias narrativas orbitales.
Periodista, narrador, dramaturgo y ensayista nacido en Turín, Baricco, autor también del monólogo teatral Novecento (1994), llevado al cine (la historia del pianista genial que nació y murió en un barco trasatlántico sin haber bajado a tierra jamás), licenciado en Filosofía, se sitúa distante del acoso mediático, de reportajes y entrevistas que amenazan convertirlo en estrella literaria. Hace pocos días visitó Medellín, donde dictó conferencias y dialogó con escritores colombianos. Escribió además las novelas, Tierras de cristal (Premio Médicis, 1991), Océano mar (Premio Viareggio, 1993), City (1999) y Sin sangre (2003); y los ensayos, Rossini Il genio in fuga, El alma de Hegel y Las vacas de Wisconsin.
Hugo Hernán Aparicio Reyes
Hugo Hernán Aparicio Reyes
3 comentarios:
Qué sorpresa encontrar a Hugo Hernán en esta publicación. Poetintos, cómo te extrañamos.
Aristides Zuleta
Dónde vive Hugo Aparicio y a dónde puedo escribirle. ¿Es un contador de la U. Tadeo Lozano de Bogotá? Si es él, qué alegría. Gracias.
Mariaté
bogotano acalarqueñado... ciudadano enamorado de las letras... puede escribirle a: poetintos@gmail.com
Publicar un comentario