8.8.07

Evangelios según San Marcos
Óleotipo de Villegasuribe
OFICIO DE SOMBRAS



JORGE SCHULTZ NAVARRO






CINCO
POEMAS




I
DEL DIFICIL ARTE DE BORRAR

¿Qué sombra dibuja, con un vigor incomparable
la fantasmagórica proyección de su silueta encogida?
Isidore Ducasse


¿Cómo me encuentro en algún sitio
si soy metáfora que invento,
y sombra rondando por si misma?

De nuevo para hallarme
parto apresurado por un verso y me extravío.
Y ensimismado borro
y borro, borro estrellas,
restriego
contra la barrera del papel
el duro esmeril de mis metáforas.

Borro mis dos ojos porque me queda otro
en el sitio más exacto donde poner la boca.

Borro hasta saberme casi solo
en medio de mis noches
y preguntas.

Borro.
Y a cada borronazo
voy apareciendo;

en un temblor de hojas,
de pájaros,
de vientos,

de pluma
que gotean mis imágenes,
con un rumor
de aguas íntimas
y piedras.

Cómo
si escribo sobre un papel que me diluye
en la sombra de un verso
que se encierra?

¡Nada!
Nada he escrito.
¡Soy el hombre que más borra de este mundo!




II
DE LA SOMBRA DEL JUGADOR


En verdad
pierda o gane,
sólo juego a solas
solitarios
contra la baraja de la noche.

En verdad
son desoladoras estas cartas,
porque me miro en los espejos de este sitio
y veo mi rostro
como terribles rostros de Picasso.

Busco algo en esos naipes
y se oscurecen en el hueco de mi mano
un reguero de pintas apostadas
contra ases y reyes adornados
con frutos de luz y de planetas.

“Si fueras árbol tu savia subiría a ser mi estrella.
Tu cielo abierto sobre pájaros furiosos… “
¿Me hablan a mí esas barajas tan… encarnadas?
Pero por qué me aturdo
si todo poeta tiene un as bajo la manga?
Por qué soy el confundido
en la veta de sombra de una mesa…
en ese continuo deslizar de cartas y de números?

Soy frente a la mesa
el impaciente jugador y mudo,
uno que sube y baja cartas
por la escalera de los dedos;
uno que no ignora:
-dos orillas existen en el juego
si el jugador apuesta sus silencios-
si arrojamos los dados a las sombras
en busca del azar que sólo habita,
una frontera de niebla
entre el misterio y el milagro.


III
MIENTRAS APRENDO A ESCRIBIR



Y me detengo en un verso
al borde de mi oído.
Y escucho un oleaje de poesía
interrogarme a golpes bajo la luz de mi tormento:

¿Eso qué escribes,
tuyo o de alguien lo copiaste.
Para dónde,
vestido de Michaux por tus aceras
de Paris-Quindío.
Cómo,
con cara barata de Neruda
y gorra triste
de veinte bufandas de amor
y bastón desesperado.
Qué poeta este,
tan barroco;
escribe sobre mi
cosas y no entiendo sus silencios?

Y en realidad soy un silencio.
El gran ausente sin reacción alguna.
Y busco no sé qué
en mi ojo
o en el pañuelo;

metáforas verdes y amarillas
y violetas
por si ya está mi rostro trazado en el poema,
con nariz congelada e impulsado de poesía,
con oreja de mono de otro rostro mío
aspirante a los humos de la gloria.

Escribe escribe escribe
-me apresura la poesía-

Y escribo,
con mano temblorosa como niño
allá, en el fondo de la hoja:
Soy un poeta inmenso como cualesquier otro del camino;
y nadie sabe.




IV
ESTACION DE LA NUBE



Picasso.
¡El minotauro
me presta
su belleza!


V
DE PAGINAS NEGRAS


Estoy en otro tiempo
frente a la misma mesa melancólica.
Y leo de Ducasse su antónimo paraíso
y me conmueve su cuarto lleno de preguntas.
¿Quién podría decirle algo de esa sombra,
se pasea como un epígrafe por la página
clavada en la viga de madera de
su alcoba?
Si existiera quien pudiera darle una respuesta;
así sea parado como él
sobre la roca firme de sus dudas.
Algo sencillo y claro viene al caso:
¿Será
la sombra inopinada de un recuerdo
en contravía de la sombra
de un poema?
¿la sombra de una mujer rubia
y bella
que atravesó la noche
bajo el peso de otras sombras
y de quien no dijo nada nunca?
¿la sombra de
las “cuatro patas-natatorias
del oso marino en el océano boreal?
O sólo es viento
conversando con la sombra
de una rama colada en su ventana?
Quién pudiera
contestarle a él, tan elocuente,
tan hablador
con el delfín humano del poema,
y escultor de fuegos y sonatas.

Su sombra lo confirma Ducasse querido;
si sucede una mano escribiendo
invertido el nombre
de una muchacha en mis espejos
y la noche,
con sus sombras y sus ecos,
lo traduce.

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