25.8.07

PROSA ERÓTICA. Eva Durán


¿Recuerdas nuestra primera vez Antonio José? Tú sentado con el público escuchando mi lectura de poemas. ¿Recuerdas? Luego toda esa gente agolpada a la salida pidiéndome un autógrafo. Entre ellos tú, muy juicioso haciendo fila con una copia de mi libro en una mano y una botella de vino en la otra. “Cuando te ví sentada en las escaleras, descalza, supe que serias mía”. Me dijiste a la mañana siguiente. Horas después efectivamente yo estaría debajo de ti con las piernas abiertas, de par en par para ti, sin ninguna resistencia, sin ninguna pregunta, sin ninguna condición. ¿Lo recuerdas amor? Fue en casa de Shirley, tu cuñada, donde me llevaste sin avisar porque esa noche no tenia donde dormir. “Que ganas tenia de culearte” me dijiste a la primera embestida. Ya yo estaba desnuda, sometida y sumisa, lista para ser tuya, para convertirme en la perfecta carnada a tus ansias de bestia. ¿Recuerdas? Fue en la casa de tu hermano, en una cama que no era ni tuya ni mía, como no fue nunca ni tuya ni mía ninguna cama. Nunca tuvimos nada, solo el ansia, solo el deseo, la pasión, la alegría. Solo tú, solo yo, solo nuestros cuerpos que gritaban por nosotros. Y yo me deje ir, me deje llevar, y tú hiciste conmigo, con todo eso que es solo para ti, lo que quisiste, y yo me hundí en el mar y fui una pulpa que se hizo jugo entre tus piernas. Nada fue nunca nuestro Antonio, solo tu risa, solo mi piel. ¿Recuerdas? ¿Recuerdas a esa loca victoriosa que se desenrollaba, se contorsionaba, que gemía agradecida de dolor, de alegría, cada que me la metías?. Oh mi Dios!! Cómo me dolía, como me gustaba. Amaba tus gestos de animal provocador. Todo mi pudor es para ti Antonio José. Tómame una y otra vez. Ámame, mamame, aprieta fuerte. Toma mi sangre, mis ojos, mis pequeños senos, cada uno de mis miedos. Soy virgen nuevamente, solo para ti, solo para ti amor… una y otra vez… sacrifica mi vientre en el altar del dolor. Toma el cuenco de mis manos, vierte en ellos tu semen precioso. Bautízame con tu sangre. Vierte tus sueños en mi boca. Toma mi boca, aprisiónala, muérdela, ella es frutosa, jugosa, pequeña y juguetona. Mis labios son delgados y aman los secretos. Mátame, dale duro. ¿Por donde te gusta más? ¿Por detrás otra vez? Está bien, como quieras. Eso tan bello que tú tienes ahí abajo que me gusta tanto boca adentro. Tus gestos. Tu rostro cuando succiono. ¿Qué deseas que sea esta noche para ti? Dímelo otra vez. ¿Una putisima decente? ¿Una dama venerable? ¿Una sádica ilustrada?. Recuerdo tus ojos a la mañana siguiente, durante el desayuno, esa tristeza profunda de tu alma, ese dolor que llevas siempre contigo y que me atravezó como el hielo. “Lo que más amo es dormir con mi bebé Isabella - me dijiste - Sentir su respiración”. La médium me lo dijo solo un día antes: “Te felicito mujer” – “A ti te espera el amor de un hombre de ojos café claro y mirada muy triste. Un hombre que se hace daño a si mismo. Y que al igual que tú decidió aprender de la vida con dolor”. “¿De qué color tienes los ojos?” Te dije, y luego ví bien tus pupilas cafes mientras vos me hablabas de los ojos mágicos, de color cambiante, de tu mamá Olga. Y entonces conversamos durante horas y horas y chismeamos de una cosa y de la otra y luego nos fuimos por ahí, tomados de la mano... muertos de risa.


Eva Durán

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