25.8.07

Homenaje a Borges. Video-entrevista

POEMAS DE OTTO RICARDO-TORRES



Divagación sobre el caos.


Quiero percibir el sonido del caos, que habita en el ojo del huracán.
No la música ni el cosmos, nada figurativo, ninguna trilla.
Sino la Nada en persona, que va indicando el camino
Que conduce a la transparencia.

Mi fe dice que en el sonido se reúnen todos los vuelos de la música
Y que todos los ruidos se refugian en el vientre y en el ojo del huracán.

En el caos todo nace y vuelve a nacer.
En el caos se ve nacer el todo sin cesar.

Allí sucumben la linealidad, el orden, los lugares comunes, los modales de postal.

Entonces, el tumulto del sonido pasa de una orilla a la otra
Y resuelve el ruido con su ojo de tigre.

Las tormentas inmanentes del huracán,
Con su ombligo ciclópeo ven.


Sin embargo, a veces en la selva el caos se vuelve
danza fresca y música para inventar el paraíso.
O en el seno sin fondo de las sinfonías,
Si estas se han dormido sonando
Con los ojos abiertos.


La no-palabra es el logos, palabra sin palabra del origen.
La palabra que sale de cada criatura sin abrir la boca,
Cuando el ser exhala su maduración.
En el silencio florecen literalmente las criaturas.
Él las hace ver y sonar.
Él las dice, en él ellas se dicen.
Con solo ser, se dicen, el dedo sobre el labio.

De la no-palabra también nacen las palabras.
Ellas dicen cuando son una manera de callar.

Otto Ricardo-Torres
Casa Esenia, agosto 11 del 2m7.



Preludios del camino, el día, el agua y la luz.


A Franz Liszt.

… Y el camino es Todo-el-día.
Y el día son los ojos, El Ojo.

El camino está siempre con los ojos abiertos.
Por eso sabe ir. Él es el que sabe, no el pie.
A fuerza de ir, el pie aprende del camino, caminando.
Pero Todo-el-día alumbra en el camino el paso de los pies.

El día no duerme, ni siquiera cuando cierra los párpados.
La luz mantiene siempre los ojos abiertos.
-También la piel-.

La piel es también el preludio de la luz en las orillas.
-El borde del cuerpo-.
En la piel todavía hay espumas de luz.

En ocasiones, el cuerpo alza el vuelo a la luz desde la piel.
Si alguna vez la luz se queja de amor, es por eso.


Uno puede vivir con los ojos abiertos a Todo-el-día.
El agua también duerme con los ojos abiertos, a imagen y semejanza de la luz.

De ida, el agua se hace luz. De venida, es luz húmeda para dejarse tocar.
El vaivén es entre los sentidos y el silencio.
La luz es agua en silencio.

En el agua el más allá está Aquí.


Si estuvieran Aquí, se podría escuchar la risa de los ángeles.
Ellos ríen Allá, pero no se les oye, porque el agua no moja cuando es luz.


Ahora sé que uno sabe cuando olvida.
Y que el olvido es una lección del saber saber.
Y que saber es después de haber olvidado.

El olvido es el agua, pero a la edad de la luz.
Al paso del umbral, el agua ya no moja.
El agua asciende en pos de la fuente. Y se acuerda siempre de cuando era luz.
-También la luz se acuerda-.
Su país es la transparencia, olvido puro.


En la transparencia, el todo está delante de su ausencia.
Sin embargo, la nada siempre está sola, no ausente.

Y me diría, camino de la nada, ¿dónde estoy, adónde voy?

Ahora sé que en la transparencia, uno es.
En ella, uno ya no está, sino es.
Por eso, no se ve.

Cuando uno mira en la transparencia, es el alma la que se mira a ella misma.
Es otro modo de ser, el modo de ser del más allá.
Lo visto es el que ve.


Todo esto me lo dice el camino, que va y viene.


Otto Ricardo-Torres.
Casa Esenia, julio 29 del 2m7.

Ensayo sobre Antonio Mora Vélez




El Maestro Antonio Mora Vélez
y la poesía esotérica


Otto Ricardo Torres

Me refiero al poemario Los Caminantes del Cielo, de Antonio Mora Vélez, Sincelejo: CECAR, 1999. Lo de Maestro es porque le viene de grado fraternal, no por docente, que tambien lo es.



Un problema de la fe es que, generalmente, ella está hecha de dogma, con mengua de la belleza. El feligrés ha sido habituado a sufrir y no a disfrutar con el esplendor maravilloso de la vida, del universo. Llora y no ríe. Y solo acude a su Creador gimiendo, pidiéndole, y no también para compartir con Él la maravilla exquisita, de relojero, de Su Obra. Ciertamente, ese es un modo de ir, de concebir la vida como un valle de lágrimas. No obstante, al aire libre, la sola belleza universal, visible, es ya el más propicio escenario de diálogo filial, en vivo y en directo, con la divinidad, --Mi ser va a Dios a través de la Belleza, que sabe sin saber cómo--.

LEER EL ARTÍCULO COMPLETO EN:

http://lacasadeasterion.homestead.com/v1n3maestro.html

Libro recomendado: El otro lado del Habla



EL OTRO LADO DEL HABLA. La entonación poética.

La obra que aquí ofrecemos (Eafit, Fondo Editorial, Krenes), del profesor Otto Ricardo-Torres, está constituida por dos capítulos. El primero, De la Entonación y el Sentido, recupera para la hermenéutica poética el enfoque de los Formalistas Rusos sobre la entonación. El segundo, Silabotonismo en un poema de Gerardo Valencia, inaugura esta aproximación crítica en Colombia, con base en un autor también colombiano.
El núcleo teórico de esta propuesta radica en el punto de vista sobre la entonación poética. Punto de vista novedoso, pues considera, con razones válidas, que el funcionamiento de la entonación en el poema no corresponde a la Prosodia sino a la Poética, con lo cual adquiere valor pertinente de indicio en el texto poético, al que le aporta, junto al sentido semántico, la especificidad de su sentido sensible, de música visual o danza audible.
No es frecuente la escritura teórica en nuestro país y este libro, desde el cambio de perspectiva que propone, será sin duda de gran utilidad para una mejor comprensión de la lectura y el quehacer poético.

Autor: Otto Ricardo-Torres

Ciudad y fecha: Medellín, 2004

ISBN: 958-8173-79-5

Formato: Rústica, 16 x 22,5 cms.

Páginas: 112

Precio: $ 25.000 (No incluye flete)

Compra

http://www.eafit.edu.co/EafitCn/FondoEditorial/Colecciones/Krenes/LAENTONAPOETICA.htm

MUSAS EBRIAS. En la ventana de Elena



ELENA MARIA OSPINA
UNA ARTISTA COMPROMETIDA CON LA IMAGEN.

No tengo el placer de conocer personalmente a Elena María Ospina, artista antioqueña quien junto con algunos otros deben despertar el orgullo de la gente de este departamento.

Algunas de sus pinturas las disfruté colgada en esa galería abierta al público 24 horas del día en la plaza principal de la ciudad de Armenia (Plaza de Bolívar. así se construyen nuevos imaginarios de ciudad).

Ahora conozco su blog en el que he descubierto además de sus pinturas, sus caricaturas, fotografías e ilustraciones, todas bien logradas por un gran compromiso estético con el oficio de manejar la imagen.

Elena María Ospina tiene oficio como pintora, fotografa, caricaturista e ilustradora de trabajos ajenos, como resultado de indagar la hondura del ser humano, la técnica, y la realidad en la que se desenvuelve. Indagar es preguntarse y quien se responde conoce y ahonda en los oscuros secretos del oficio. Indagar es pensar, ya lo dijo Flaubert: ¿qué es un artista? un pensador triple.

Sus pinturas las construye con el lenguaje de lo aparentemente incompresible. digo aparentemente, porque su discurso, lo comunicable por su pincel, pareciera obedecer al caos; pero incluso el caos quizá pueda obedecer también a un orden universal inimaginable. y es desde allí, desde donde el artista trabaja, impulsado secretamente por su propia oscuridad.

Elena María Ospina nos deja ver imágenes poéticas puras como esas siluetas humanas que danzan en colores pasteles. a veces nos sumerge en un surtidor de colores expresivos, en imagenes abstractas que parecen incendiarse como por un instante para volver a sumergirse en la noche, relámpagueando. pero la artista cumple a cabalidad con el sagrado deber de eternizarlos para nosotros, en líneas que se vuelven de pronto intempestivos trazos, en una sinfonía de colores que se estiran, burbujean y estallan por combustión propia, para sumarse a un todo en movimiento (oleos cuarto creciente y magma).

Variadas son las texturas que nos hace experimentar la artista en sus pinturas. es capaz de hacernos sentir la dureza fría del acero, o cálidas noches bajo la luna que apenas si sugiere encima de formas humanas.

La calidad de sus otros medios expresivos nos demuestra su responsabilidad y compromiso con todos los oficios que maneja con destreza, dejándonos ver no sólo una mujer inteligente, sino también fuerte, a pesar de la fragilidad que deja ver en una fotografía suya en su blog. Hay cosas allí, llenas de colores y extrañas figuras, movimientos. Es como si estuviera mirando el fondo de mi alma. Color colores que son ahora y en una micra de segundo tiemblan, saltan y ya es otro, otros. Pincelazos que buscan, que encuentran y estallan para perderse expresivos en un discurso. Lineas. Rostros que son un universo. Otra forma de conversación. Bella. Punzante. Aguda.

JORGE SCHULTZ NAVARRO.



Para ver el Blog de Elena María Ospina haga clic en el siguiente vínculo:


Poema de Fadir Delgado

RITUALES CITADINOS

Ha cambiado el color de los cines
Los árboles se adornan de puñales felices
Ha cambiado la complicidad de los moteles.

Muchas veces en las esquinas se
amontona la gente para arrojarle
alguna risa al asfalto, algún sueño preñado de miedo.
En estos lugares no decir la verdad es envenenar la lengua.
Las mentiras saben a óxido.

Se inauguran escombros citadinos
y las ratas se disfrazan para la fiesta.

En la ciudad hay tardes que se han extendido como serpientes
Hay casas que arrastran la indeferencia de las calles.
Ocultan sobrevivientes de un domingo.
En esta feria del desencuentro hay un mueble muerto
con los brazos abiertos esperando
que los amantes se liberen de la ropa
y solo le llegan losgatos tristes de los árboles.

Es bueno arrinconarse en cualquier semáforo
y detenerse en conversaciones simples.
Comentar sobre el nacimiento del perro
para así no hablar nunca de la muerte.
Por suerte aquí en la plaza se desconocen los peinados agrios.
El ropaje de la farsa.

Y mientras el cielo pestañea
no hay lenguaje de dientes que espante.

Murciélagos en el teatro
Periódicos del día ajustados con piedras
como crucificados en los andenes.

Nadie sabe que este monumento del centro
señala el rincón que no hemos encontrado
ni siquiera los vendedores sudor
que inventan relojes para no discutir nada con el tiempo.

Las bienvenidas del mercado
Libros coloreados de sol
Hoy no va ser posible sentarse en esta banca sabia de la plaza
y clavarle una espalda a los abriles universales del adiós.
Esta ciudad volverá a extender
otra tarde como
remendar el otro día que se nos viene.

DESDE ITALIA. Gabriel Impaglione

Argentina, 1976

A los treinta mil compañeros desaparecidos

He visto los hombres trepar a la sombra
tensando los arneses aún dormidos
y marchar unidos en el esfuerzo bestial
hasta montar el sol sobre la tierra.

Entonces salían de todas partes los niños y las madres
y luego los mercados llenaban las veredas
de silbos y manzanas.
La alegría de las gestas domésticas
coronadas por la dignidad del almuerzo!

He visto largas caravanas de obreros en el alba
marchar hacia el metal de la sirena.
Ágiles bicicletas con la vianda,
la radio colgando del manubrio.

Hasta que el estrépito de ráfaga
de cañón maldito
de horrorosa muerte
abrió un boquete en cada casa y entró la niebla negra.
Todo se retorció como un pez en la arena,
hasta ser tragado por el miedo.

Desapareció la fábrica.
También el hombre.
Y los hijos, y los mercados con silbo, y las radios
que no fueron sino un espejo del infierno roto a veces.
La universidad de Luján fue clausurada.
Encadenaron la luz en los sangrientos sótanos,
persiguieron los brotes del canto asesinado.

El abrazo fue un código secreto
la patria un dolor ahogado bajo la tortura.
Y el sol deseo apenas musitado
entre los nombres de los que ya no estaban.

De: Explicaciones con mar y otros elementos, poesia,
Edit. UniService, Trento, Italia. Bilingue, 2007.

DESDE LA ARGENTINA. Soledad Castresana

Nació en La Pampa y hace diez años que vive en la ciudad de Buenos Aires.
Publicó el libro de poemas Carneada (Alción, 2007).
à Invitada por primera vez a Literatura Viva el 16 de agosto de 2007

Poemas

el juego
no saques los ojos
de la sangre que brota
del costado abierto de tu cabeza
no dejes de mirar
la oreja que te cuelga
una tira de piel
en la maraña de tu pelo
si no hubieras estado sola
alguien habría escuchado
el ruido de tus huesos
si tus labios no hubieran estado
pegados a su paladar
hubieras gritado
si no hubieras sentido
sus dientes en el cuello
mirá
el perro te espera
lamiendo tu charco
para que sigan el juego

un paseo por el bosque
el galope astillaba la siesta
las ramas herían
los costados de la yegua
el caballo aplastaba violetas
caían las moras
—vos ¿te dejarías?
los párpados fijos
duros los ojos
—bajate la bombacha
ella
que todavía
no llegaba a los estribos
no dijo nada
aunque las ortigas
le quemaban la espalda

LECTURAS COMPARTIDAS. Claudio Berrío



FRAGMENTO LITERARIO:

WOODY ALLEN, CUENTISTA


Tirar demasiado de la cuerda


WOODY ALLEN 26/08/2007 . El País. Madrid


Es para mí un gran alivio saber que por fin el universo tiene explicación; empezaba a pensar que era yo. Pero resulta que la física, como un familiar irritante, tiene todas las respuestas.
El big bang, los agujeros negros y el caldo primordial aparecen todos los martes en la sección de ciencias del Times, y gracias a eso mi comprensión de la teoría de la relatividad general y de la mecánica cuántica está ahora a la altura de la de Einstein, o sea, de Einstein Moomjy, el vendedor de alfombras. ¿Cómo he podido vivir hasta ahora ignorando que en el universo hay cosas pequeñas del tamaño de la "longitud de Planck", que miden una millonésima de una milmillonésima de una milmillonésima de una milmillonésima de centímetro? Si a ustedes se les cae una en un teatro a oscuras, imaginen lo difícil que sería encontrarla. ¿Y cómo actúa la gravedad? Y si de pronto dejara de actuar, ¿seguirían ciertos restaurantes exigiendo chaqueta? Lo que sí sé de física es que, para un hombre situado en una orilla, el tiempo pasa más deprisa que para un hombre que se halla en un barco, sobre todo si el hombre del barco va acompañado de su esposa. El último milagro de la física es la teoría de cuerdas, que ha sido anunciada como una TDT una "Teoría de Todo". Ésta puede explicar incluso el incidente de la semana pasada que aquí describo.
El viernes desperté y, como el universo está en expansión, tardé más de lo habitual en encontrar mi bata. Por este motivo salí con retraso para ir al trabajo y, como el concepto de arriba y abajo es relativo, el ascensor en el que entré subió a la azotea, donde fue muy difícil parar un taxi. No olvidemos que un hombre que viajara en un cohete casi a la velocidad de la luz sin duda habría podido llegar a tiempo al trabajo, o quizás incluso un poco antes, y sin duda mejor vestido. Cuando por fin llegué a la oficina y fui hacia mi jefe, el señor Muchnik, para explicar la demora, mi masa aumentó conforme aceleraba para acercarme a él, lo que él interpretó como señal de insubordinación. Tras cruzar unas palabras enconadas, me aseguró que me descontaría ese tiempo del sueldo, que, en comparación con la velocidad de la luz, es de todos modos muy pequeño. La verdad es que si tomamos como referencia la cantidad de átomos de la galaxia Andrómeda, en realidad gano poquísimo. Intenté decírselo al señor Muchnik, quien me contestó que yo pasaba por alto que el tiempo y el espacio eran la misma cosa. Y juró que si esa situación cambiaba, me concedería un aumento. Señalé que si tenemos en cuenta que el tiempo y el espacio son una misma cosa, y que se tarda tres horas en hacer algo que resulta tener menos de 15 centímetros de longitud, ese algo no puede venderse por más de cinco dólares. Lo bueno de que el espacio sea lo mismo que el tiempo es que, si viajas a los confines del universo y el trayecto dura tres mil años terrestres, cuando vuelvas tus amigos habrán muerto, pero no necesitarás Botox.
De vuelta en mi despacho, con la luz del sol entrando a raudales por la ventana, pensé que si de pronto estallaba nuestro gran astro dorado, este planeta saldría volando de la órbita y surcaría el infinito por los siglos de los siglos: otra buena razón para llevar siempre el móvil encima. Por otro lado, si algún día yo pudiera circular a una velocidad superior a 300 mil kilómetros por segundo y volver a capturar la luz nacida hace siglos, ¿podría retroceder en el tiempo al antiguo Egipto o la Roma imperial? Pero ¿qué iba a hacer allí? Prácticamente no conocía a nadie. En ésas estaba cuando entró nuestra nueva secretaria, la señorita Lola Kelly. Pues bien, en la discusión sobre si todo está hecho de partículas o de ondas, para mí que la señorita Kelly está hecha de ondas. Salta a la vista que ondula cada vez que se acerca al surtidor de agua. Y no es que no tenga buenas partículas, pero son las ondas lo que le permite obtener esas fruslerías de Tiffany's. Mi esposa también es más de ondas que de partículas, sólo que sus ondas han empezado a colgar un poco. O quizás el problema es que mi esposa tiene demasiados quarks. La verdad es que, últimamente, al verla, uno diría que se ha acercado demasiado al horizonte de sucesos de un agujero negro y parte de ella -desde luego no toda ella ni mucho menos- ha sido absorbida. Eso le ha dado una forma un tanto extraña, que espero sea corregible mediante una fusión en frío. Yo siempre he aconsejado a todo el mundo que se mantenga a distancia de los agujeros negros porque, una vez dentro, cuesta muchísimo salir y conservar a la vez el oído musical. Si, por casualidad, uno cae en un agujero negro, lo traspasa y sale por el otro lado, probablemente volverá a vivir su vida entera una y otra vez, pero quedará demasiado comprimido para salir y conocer a chicas.
Así pues, me acerqué al campo gravitacional de la señorita Kelly y sentí vibrar mis cuerdas. Sólo sabía que deseaba envolver sus gluones con mis bosones de gauge débil, introducirme por un agujero de gusano y pasar por un túnel cuántico. Fue entonces cuando me paralicé por el principio de incertidumbre de Heisenberg. ¿Cómo podía actuar si era incapaz de determinar su posición y velocidad exactas? ¿Y si de pronto yo provocaba una singularidad, es decir, una ruptura devastadora en el espacio y en el tiempo? Son tan ruidosas. Todo el mundo se volvería a mirar y yo me sentiría abochornado delante de la señorita Kelly. Pero es que la energía oscura de esa mujer atrae tanto. La energía oscura siempre me ha puesto como una moto, sobre todo en una mujer con el mentón prominente. Concebí la fantasía de que, si lograba meterla en un acelerador de partículas durante cinco minutos con una botella de Cháteau Lafite, me encontraría junto a ella con nuestros quantos aproximándose a la velocidad de la luz y su núcleo entrando en colisión con el mío. Naturalmente, en ese preciso momento noté que me entraba un trozo de antimateria en el ojo y tuve que buscar un bastoncillo para quitármelo. Casi había perdido toda esperanza cuando ella se volvió hacia mí y habló.
-Lo siento -dijo-. Me disponía a pedir café, pero ahora mismo no recuerdo la ecuación de Schrödinger. Qué tontería, ¿no? Se me ha ido de la cabeza, así sin más.
-Cosas de la evolución de las ondas de probabilidad -sentencié-. Y si vas a la cafetería, ¿podrías traerme una magdalena con muones y té?
-Cómo no -respondió con una sonrisa coqueta mientras ella adoptaba una forma de Calabi-Yau-.
Sentí que mi constante de acoplamiento invadía su campo débil mientras unía mis labios a sus húmedos neutrinos. Al parecer, alcancé una especie de fisión, porque de pronto me encontré levantándome del suelo con un morado en el ojo del tamaño de una supernova.
Supongo que la física puede explicarlo todo salvo el bello sexo, aunque le dije a mi mujer que el cardenal se debía a que el universo no se hallaba en expansión, sino que se contraía, y yo no estaba atento.

PROSA ERÓTICA. Eva Durán


¿Recuerdas nuestra primera vez Antonio José? Tú sentado con el público escuchando mi lectura de poemas. ¿Recuerdas? Luego toda esa gente agolpada a la salida pidiéndome un autógrafo. Entre ellos tú, muy juicioso haciendo fila con una copia de mi libro en una mano y una botella de vino en la otra. “Cuando te ví sentada en las escaleras, descalza, supe que serias mía”. Me dijiste a la mañana siguiente. Horas después efectivamente yo estaría debajo de ti con las piernas abiertas, de par en par para ti, sin ninguna resistencia, sin ninguna pregunta, sin ninguna condición. ¿Lo recuerdas amor? Fue en casa de Shirley, tu cuñada, donde me llevaste sin avisar porque esa noche no tenia donde dormir. “Que ganas tenia de culearte” me dijiste a la primera embestida. Ya yo estaba desnuda, sometida y sumisa, lista para ser tuya, para convertirme en la perfecta carnada a tus ansias de bestia. ¿Recuerdas? Fue en la casa de tu hermano, en una cama que no era ni tuya ni mía, como no fue nunca ni tuya ni mía ninguna cama. Nunca tuvimos nada, solo el ansia, solo el deseo, la pasión, la alegría. Solo tú, solo yo, solo nuestros cuerpos que gritaban por nosotros. Y yo me deje ir, me deje llevar, y tú hiciste conmigo, con todo eso que es solo para ti, lo que quisiste, y yo me hundí en el mar y fui una pulpa que se hizo jugo entre tus piernas. Nada fue nunca nuestro Antonio, solo tu risa, solo mi piel. ¿Recuerdas? ¿Recuerdas a esa loca victoriosa que se desenrollaba, se contorsionaba, que gemía agradecida de dolor, de alegría, cada que me la metías?. Oh mi Dios!! Cómo me dolía, como me gustaba. Amaba tus gestos de animal provocador. Todo mi pudor es para ti Antonio José. Tómame una y otra vez. Ámame, mamame, aprieta fuerte. Toma mi sangre, mis ojos, mis pequeños senos, cada uno de mis miedos. Soy virgen nuevamente, solo para ti, solo para ti amor… una y otra vez… sacrifica mi vientre en el altar del dolor. Toma el cuenco de mis manos, vierte en ellos tu semen precioso. Bautízame con tu sangre. Vierte tus sueños en mi boca. Toma mi boca, aprisiónala, muérdela, ella es frutosa, jugosa, pequeña y juguetona. Mis labios son delgados y aman los secretos. Mátame, dale duro. ¿Por donde te gusta más? ¿Por detrás otra vez? Está bien, como quieras. Eso tan bello que tú tienes ahí abajo que me gusta tanto boca adentro. Tus gestos. Tu rostro cuando succiono. ¿Qué deseas que sea esta noche para ti? Dímelo otra vez. ¿Una putisima decente? ¿Una dama venerable? ¿Una sádica ilustrada?. Recuerdo tus ojos a la mañana siguiente, durante el desayuno, esa tristeza profunda de tu alma, ese dolor que llevas siempre contigo y que me atravezó como el hielo. “Lo que más amo es dormir con mi bebé Isabella - me dijiste - Sentir su respiración”. La médium me lo dijo solo un día antes: “Te felicito mujer” – “A ti te espera el amor de un hombre de ojos café claro y mirada muy triste. Un hombre que se hace daño a si mismo. Y que al igual que tú decidió aprender de la vida con dolor”. “¿De qué color tienes los ojos?” Te dije, y luego ví bien tus pupilas cafes mientras vos me hablabas de los ojos mágicos, de color cambiante, de tu mamá Olga. Y entonces conversamos durante horas y horas y chismeamos de una cosa y de la otra y luego nos fuimos por ahí, tomados de la mano... muertos de risa.


Eva Durán

BOCANADA. Bell Ruthé

BOCANADA

No querías
del arrabal sus hedores
pero entraste,
y te cubrió su aliento,
lienzo sórdido
de olvido y de mortaja,
barrio del Boca,
del Buenos Aires de Siempre,
despojado.

Y en sus techos,
forjados de naufragios,
el rumor de mares melancólicos,
ola delirante,
galopar de bandoneones
por sus calles tatuadas.

Y no querías,
porque te agobian
las existencias opacas,
las miradas cortas y agudas,
la sonrisa fácil
y las manos empuñadas.

Mas tu temor
fue un hecho,
la bohemia
te impregnó con su sabia,
¡y huiste!,
huiste muy dentro,
de tango manchada
altrui los mares.

Bel Ruthé

A la Valenciana María López, Marquesa de Rojacruz.
Poema escrito y recitado en la mesa del London City, de Av. De Mayo y Perú, donde Julio Cortázar escribió “Los Premios” (1960) ¡A su memoria!
Buenos Aires, Argentina, 24 de Agosto de 2007





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o,

9.8.07

JORGE SCHULTZ NAVARRO



EL POETA QUE VINO CON EL SOL


Cuatro veces acaso le he visto. Todas ellas en el afán de las circunstancias. Pero su presencia de ser humano sensible, deleitante y volcánico y su mano generosa, tendida sin recelo, lo han confirmado como un amigo de siempre. Cómplice de la TERMITA VIRTUAL con su delirante coro de Musas Ebrias. Inspirador e instigador de la resurrección de este mirmecoleón ciego: TERMITA CARIBE, Jorge Schultz regresa ahora, después de un prolongado silencio, cargado de resonancias intimistas para dejarnos, en la orilla de esta playa de palabras, la hornada de su sentir. Para nuestros intraplanetarios lectores una muestra de su Oficio de Sombras.



Carlos A. Villegas

8.8.07

El jardín de Socrates.
Grabado Digital. Villegasuribe.

OFICIO DE SOMBRAS

JORGE SCHULTZ NAVARRO




Todas las calles que conozco
son un largo monologo mío
Rogelio Echavarría

Es tan difícil ser uno mismo.
Fernando Pessoa

Soy un noble sirviente. Uno que servirá
para llenar un hueco en el desfile.
T. S. Eliot


TRAPECIOS

Toda otra voz es voz de nadie en mi memoria.

Se e x a l t a
sobre una red de vientos y cuchillos,
mientras mi voz muere en otra carne,

mientras otra
se retuerce con mi lengua,

se retuerce
como un beso en la memoria.

He allí
donde gira la palabra sobre sí misma
por el aire.
Se sujeta colgada de otros brazos y ninguno,
y sube por la imagen de los versos.

Sujeción de las palabras en el aluvión de menta
de mis labios.
Atraviesa el aire y en ningún sitio de mis versos.

Gira por la imagen y recuerdo de otra forma;
desde entonces

recuerdo con un pie puesto
en todas partes.

Desde entonces
hay un solo asombro en todo esto.

Vuela el cuerpo de la poesía entre las luces.



ESPEJOS DE LA POESIA

Siempre saldrán de mi mano
ese puño de flaquezas qué escribo?
Escribiré un día mis esencias?
Mis lucidas verdades en un verso?

Busco profundidad en los espejos del poema,
me debato con sus reflejos y cuchillos,
en imágenes que me dictan plano
doblemente minucioso de sombra en los detalles.

Y si sé mi corazón iluminado de verdades
no hallo dónde o cómo defenderme
si no sostenerme así
en mi herida,
en una mueca de pañuelo amordazado,
en estas palabras como escudo,
en esta, mi nula servidumbre
a la poesía.


SILLA DE VAN GOGH

Y le digo: “acomódate allí...volveré a verte...”
Siempre he sabido que él está bien en su lugar
Henry Bataille

Hay negras estrellas sobre la casa de mi padre,
y su recuerdo
merodea por la casa.

Allí están todas sus cosas todavía:

Las manos agotadas en el cuerpo de mi madre.
Las manos amorosas sobre la cabeza de los hijos.
Los lentes y libros que alguna vez puso en mis manos,
los viejos discos, donde hablan tiples tristes,
de atardeceres, de arrieros y montañas.
Para ganarse la vida el recio pecho.

También está su mecedora.
Sentado allí saboreaba un tinto y escuchaba opera.
Sopranos degolladas de amor sostenían esas noches
en el lento violín de su garganta.

Mi madre dice verle
velando mientras ella duerme.

En esa mecedora a veces me siento.
Dicho de otra manera
es sentarme sobre su sombra.

El recuerdo de mi padre se acomoda con mi cuerpo.

Mi rostro es su rostro y respiramos mutuamente.

Entonces,
nos compartimos los recuerdos.

Hay un incendio de estrellas
sobre el velamen de la casa de mi padre,
y me percato, nunca le dimos sepultura.
Sobrevive en nosotros con su fuego.



Evangelios según San Marcos
Óleotipo de Villegasuribe
OFICIO DE SOMBRAS



JORGE SCHULTZ NAVARRO






CINCO
POEMAS




I
DEL DIFICIL ARTE DE BORRAR

¿Qué sombra dibuja, con un vigor incomparable
la fantasmagórica proyección de su silueta encogida?
Isidore Ducasse


¿Cómo me encuentro en algún sitio
si soy metáfora que invento,
y sombra rondando por si misma?

De nuevo para hallarme
parto apresurado por un verso y me extravío.
Y ensimismado borro
y borro, borro estrellas,
restriego
contra la barrera del papel
el duro esmeril de mis metáforas.

Borro mis dos ojos porque me queda otro
en el sitio más exacto donde poner la boca.

Borro hasta saberme casi solo
en medio de mis noches
y preguntas.

Borro.
Y a cada borronazo
voy apareciendo;

en un temblor de hojas,
de pájaros,
de vientos,

de pluma
que gotean mis imágenes,
con un rumor
de aguas íntimas
y piedras.

Cómo
si escribo sobre un papel que me diluye
en la sombra de un verso
que se encierra?

¡Nada!
Nada he escrito.
¡Soy el hombre que más borra de este mundo!




II
DE LA SOMBRA DEL JUGADOR


En verdad
pierda o gane,
sólo juego a solas
solitarios
contra la baraja de la noche.

En verdad
son desoladoras estas cartas,
porque me miro en los espejos de este sitio
y veo mi rostro
como terribles rostros de Picasso.

Busco algo en esos naipes
y se oscurecen en el hueco de mi mano
un reguero de pintas apostadas
contra ases y reyes adornados
con frutos de luz y de planetas.

“Si fueras árbol tu savia subiría a ser mi estrella.
Tu cielo abierto sobre pájaros furiosos… “
¿Me hablan a mí esas barajas tan… encarnadas?
Pero por qué me aturdo
si todo poeta tiene un as bajo la manga?
Por qué soy el confundido
en la veta de sombra de una mesa…
en ese continuo deslizar de cartas y de números?

Soy frente a la mesa
el impaciente jugador y mudo,
uno que sube y baja cartas
por la escalera de los dedos;
uno que no ignora:
-dos orillas existen en el juego
si el jugador apuesta sus silencios-
si arrojamos los dados a las sombras
en busca del azar que sólo habita,
una frontera de niebla
entre el misterio y el milagro.


III
MIENTRAS APRENDO A ESCRIBIR



Y me detengo en un verso
al borde de mi oído.
Y escucho un oleaje de poesía
interrogarme a golpes bajo la luz de mi tormento:

¿Eso qué escribes,
tuyo o de alguien lo copiaste.
Para dónde,
vestido de Michaux por tus aceras
de Paris-Quindío.
Cómo,
con cara barata de Neruda
y gorra triste
de veinte bufandas de amor
y bastón desesperado.
Qué poeta este,
tan barroco;
escribe sobre mi
cosas y no entiendo sus silencios?

Y en realidad soy un silencio.
El gran ausente sin reacción alguna.
Y busco no sé qué
en mi ojo
o en el pañuelo;

metáforas verdes y amarillas
y violetas
por si ya está mi rostro trazado en el poema,
con nariz congelada e impulsado de poesía,
con oreja de mono de otro rostro mío
aspirante a los humos de la gloria.

Escribe escribe escribe
-me apresura la poesía-

Y escribo,
con mano temblorosa como niño
allá, en el fondo de la hoja:
Soy un poeta inmenso como cualesquier otro del camino;
y nadie sabe.




IV
ESTACION DE LA NUBE



Picasso.
¡El minotauro
me presta
su belleza!


V
DE PAGINAS NEGRAS


Estoy en otro tiempo
frente a la misma mesa melancólica.
Y leo de Ducasse su antónimo paraíso
y me conmueve su cuarto lleno de preguntas.
¿Quién podría decirle algo de esa sombra,
se pasea como un epígrafe por la página
clavada en la viga de madera de
su alcoba?
Si existiera quien pudiera darle una respuesta;
así sea parado como él
sobre la roca firme de sus dudas.
Algo sencillo y claro viene al caso:
¿Será
la sombra inopinada de un recuerdo
en contravía de la sombra
de un poema?
¿la sombra de una mujer rubia
y bella
que atravesó la noche
bajo el peso de otras sombras
y de quien no dijo nada nunca?
¿la sombra de
las “cuatro patas-natatorias
del oso marino en el océano boreal?
O sólo es viento
conversando con la sombra
de una rama colada en su ventana?
Quién pudiera
contestarle a él, tan elocuente,
tan hablador
con el delfín humano del poema,
y escultor de fuegos y sonatas.

Su sombra lo confirma Ducasse querido;
si sucede una mano escribiendo
invertido el nombre
de una muchacha en mis espejos
y la noche,
con sus sombras y sus ecos,
lo traduce.
Apocalipsis
Óleotipo. Villegasuribe
OFICIO DE SOMBRAS

JORGE SCHULTZ NAVARRO

PROLOGO APOCRIFO DE LOS CANTOS
DE MALDOROR


Maldoror...!
Es Dios
ese mosquito borracho que planea por la alcoba?

ZEZEEZZZEEZEZEZEZEZZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZ
ZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZE
EZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZ
ZEZEZEZEZEZEZEZEZZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZEZ

NOCTAMBULARIO
En realidad
hay un argumento en todo esto
y prima en los colores
de la noche.

Pero.
¿Por qué mi oído se pega a los ruidos de la calle?
Por qué ese lenguaje de ecos como única respuesta a mi silencio?
Por qué la noche se hace más profunda cuando camina con tacones?

Esto no es fácil.
¡Concentrar el corazón y apartarnos!
Bucear en las palabras que pasan raudas por el cuerpo
si el resto viene con mechones de luces y de sombras.

De nuevo la noche insiste con sus gestos,
se impone y miro la imagen que yo escucho
detrás de una de las tantas vitrinas
de la calle:

Un trapo rojo amarrado al palo inclinado de una escoba, ondea en la sombra dura
del cemento. Colgada de interrogaciones, mosquease allí la carne. Un carnicero
corta y pesa el almuerzo difunto de Matildes y Marujas,
afila sus cuchillos uno contra otro,
y están alertas, en la escena,
perros amarillos a grises regatones.

Pero la imagen vuelve y eleva su volumen,
y sin verla
adivino en los piélagos del aire
la infinita inmundicia de los hombres,
un golpe de color
en el taxi del que baja alguien,
o la mano que tira la cadena,
al carnicero que arroja masas gordas,
huesos
con apagado golpe en la penumbra de la acera.
Gruñen, ladran perros,
otro aullando huye en perspectiva.
De nuevo el carnicero afila sus cuchillos,
uno contra otro
en rito permanente
como imborrable ruido de esas sombras,
como estación
la calle obligatoria,
chasquifilos que penetran
la densa oscuridad de mis palabras.
Y miro el sitio
y en realidad hay un argumento
en todo esto,
mientras mis ojos
se asoman sobre el marco de la imagen,
donde en idénticas proporciones, pesan;
los sentidos y la noche,
y el alma
lo mismo que la carne.

TODO LO QUE DESAPARECE DE MIS MANOS
LO ENCUENTRO EN MI ALMA

Qué dispara mi alma
a buscar
tan despiadadamente
en la oscuridad
de mis razones?

Por qué recuerdo esta calle
dónde nunca
estuve antes?


Alguien entra a respirar mí oxigeno en cósmicos lugares;
porque esta calle de pasos cotidianos,
esa plaza y sus árboles
son tan cósmicos como cualesquier estrella,
igual a aquella casa que recuerdo en sus detalles, vivamente:

Flotaba la noche en las estancias y en la percha,
donde una muchacha colgó su impermeable.
La muchacha deja su perfume de viento entre las rosas,
se muestra frágil, como sombra, en los blancos rincones de la casa.
Entonces, ubicado como por un rayo en la memoria,
en su sitio exacto miro el objeto de mi asombro
donde su ligera presencia se hace cierta,
y sé,
o termino acontecido
que en el hueco de mis manos,
en ese perpetuo instante
de su aroma,
inundará
el viento de la noche con su ausencia.

EL TIEMPO

La vida
me exilia
lejos
de la infancia.

DE LA ESTATUA.
ARTE CALLEJERO O PERFORMANCE
O SIMPLES CUESTIONES DE ESTADISTICA

Por cuánto seré caricatura de mí mismo,
fijo en el pedestal de esta tarde
entre la gente que pasa
y maravillada queda con este oficio
de congelarme en el tiempo?
En estas calles,
en este miserable empleo que
fatiga mi quietud
y la hazaña de no parpadear;
y donde funjo de recolector de café
o de blanco espanto que lee el viento en un libro?
Hasta cuándo actor de piedra o bronce
esculpido en medio de la acera,
en la puesta en escena del rebusque
y cuyo único guión y parlamento
es la petrificación del cuerpo
y el silencio?
Quién mide
mi desgastada paciencia o el insulto
del revoloteo
de puercas palomas que gorjean y me bautizan?
Quién,
la dadiva del niño sorprendido
que me ve bajarme de la tarde,
a parpadear,
a estirar los músculos? Para luego,
volver sobre mí mismo
y congelarme en un monólogo del cuerpo en mi silencio,
a competir por una moneda
con ciegos y tullidos,
o lo que es peor

con
apergaminados

Bolívares y Nariños.


LLUVIA

Por el pensamiento
del poeta
pasa un manojo de nubes
y llueve
un poema.

EL MENDIGO
Nos parecemos ciudad como mis llagas.

Y si he dejado de ser quien fui
por ser otro
en este caso para hallarme
en algún sitio y en ninguno.
Porque me apuntas en un retrato tuyo transeúnte
en toda calle donde soy pesadilla en tu mirada;
yo que no alucino en tus ciegos espejismos
comparto tus gusanos y monedas
que piden un poco más de tiempo para el hombre,
un poco menos polvo en calles y en arterias.
Yo, tu basuriego y tu punto de renuncia;
quien comparte su banquete,
y se sienta a manteles de viento
con negros pájaros.

VAN GOHG DE SOL

¿Cómo una llovizna
pasajera
podría pintar mi rostro
sobre la tierra reseca y agrietada del verano
porque sin dejar rastro
el verano ardiente
me evapora?

Sería su sed.
Suficiente y vasta para apoderarse del mundo,
o del desgarrado preciosismo de un trazo
corriendo alucinado por el lienzo.

Si Van Gogh,
después de vaciarse el alma de crepúsculos,
dormido en camastros,
vendedor de lienzos por subsistencia,
después de soltar por allí
par balazos a Gaughuin
pintó ya mutilado, girasoles…

Se ve la presencia del artista,
producto de genialidad
y la locura,
si alguna vez pintó sus ojos que lo hizo.
Estoy en un museo,
bien pudiera ser en Kajtjtchnski en los Urales,
y me extasío en el ocre de las flores.

Admiro el cuadro.
Y en mi imaginario
veo fuegos de aguda lucidez
respecto de óleos y paletas.

Van gogh, el genio
que nunca supo que lo fuera;
el muerto de ganas por el hambre,
de quien se venden hoy
por sumas astronómicas
sus creaciones
por insensibles paradojas
del mercado.

Aquel Van Gogh de sol
con ocres trazos fulminantes
diera por terminado
su retrato con vendaje para la estación de los calores.
Nada tuvo Van Gogh en esta vida
a excepción de pinceles
óleos
y el color de su locura.

Y yo
simple mortal frente a su tiempo,
vaciado por tanta muerte,
tocado de simpleza por el arte,
me pregunto:

¿Por qué hablo yo de Van Gogh
en un poema
si lo único que me une a la pintura
es una línea,

va en busca de sí misma y me anuda
a la luz crepuscular de este museo.

URBES DEL TIEMPO

Sé que antes de estos edificios,
en el mismo lugar,
se alzaron otros.
Se alzan aún
etéreas construcciones
y escucho, por el viento de estas calles empedradas;
una orfebrería de cañonazos y de sables, un dolor
indígena de yelmo, exasperados gritos africanos.
Hay algo lúgubre también
en este farol de madrugada,
hay algo de histórica novela por el aire,
algo en su aire gris,
me tiñe de fantasma por sus páginas.

DE POEMAS DEL VERANO
La luz en las palabras, revela un rostro en el espejo,
bien pudiera ser el mío, si no fuera, porque es otro
asomado en una orilla del poema.
Tal vez sea el de un poeta imaginario,
recorre con sus ojos una página; y quizá,
quiera él, nada es seguro,
hablen esos versos de poética,
o del tiempo,
ese espejo que anticipa en un instante
el oscuro reflejo de la muerte.
Quizá, también, esos ojos, pudieran ser
los de un lector imaginario;
y se pierda ese lector entretenido, mientras lee,
en la propia tensión de su recuerdo, y soslaye,
en otra pagina, esta vez, en su memoria,
el beso de amor que dio alguna vez
a su pareja.
O tal vez -por qué no- se trate de un músico, que,
ve el poema, como la partitura de un bolero
que habla de amores locos, sin destinos;
o de una muchacha en su balcón blindado como torre,
culpable de su aguardiente y serenata.
Y si esos ojos acaso se trataran;
de un escultor que cincela su emoción
en el recuerdo de una piedra…
O de una pareja con carácter y exaltada en sus gestos,
de bailarines de tango en los movimientos hechizados
de sus piernas, por el piso ajedrezado
de una academia de espejos…
Pero volvamos al poema
de fronteras de niebla pintadas en la brisa,
o de saeta, también imaginaria,
surcando los cielos de sus páginas hechas de polifonías
y metáforas.
Hablo de un presunto poema que trae en sus hendijas,
una sombra que pasa por los ojos,
o el sonido efímero e intraducible
de un leve aleteo que afirmara;
“estoy hecho para vosotros…”
poema que apunta, directo al centro de tus ojos
y sales inspirado y disparado hacia tu casa;
seas ya escultor, músico o poeta, lector imaginario,
a forcejear con notas de tu flauta
y ensimismado en la limpieza de tu página.
Hablo de un poema que da en el centro de uno mismo,
o de un poema que entinta,
la próxima oleada del verano.


DE ENCUENTROS

Todos los días tu sonrisa era una fiesta,
y un beso tuyo perfumaba el camino al paraíso.
Cuántos días fui tu Adán?
Cuántos días fuiste tu mi Eva?
Escuchaste unos pasos sobre hojas,
y el aire,
se quedó sin nosotros.
Y sólo era el viento.

DEL ABUELO

Abuelo:
De niños nos contabas historias
de héroes fantásticos.
de sentirte joven
a pesar de tus ochentas;
que en los mecanismos de tu corazón
se desbocaba la vida,
de allí,
tus baños de luna en el patio.
Para asustarnos,
afectabas tu voz
y un viento de espanto
ululaba en tus labios.
De ello dan fe -decías-
mis canas,
y mi pesada caja
de herramientas y accesorios.


LA PIANISTA
O acaso, acaso esa mujer era la misma música
Aurelio Arturo

Con levedad en poder de la fragancia
la ocre,
y negra melodía de su piano
se extingue en brillos, se reaviva,
parpadea lejana bajo sus dedos.

¿A qué dimensión,
a qué mundo alterno pertenecen sus imágenes, si la tonada
proviene,
de la cascada nocturna de sus cuerdas?
¿Para quién o quienes,
tocará después, la dulce melodía encarnada de sus manos,
esa perfumada y desgranada música,
como ecos de una cinta agujereada?
¡Qué breve es el tiempo impuesto por sus manos!
de esa melodía que dura lo mismo que las rosas,
de ese concierto sonando para ti, únicamente.
¿O es quizá;
la fugaz imagen que quiere mantenerse viva,
y recordarme,
que de esa melodía... sólo soy su pasajero.

ARMADO HASTA LOS DIENTES
Cuál rumor anda por la calle?
Qué soy ágil?
Qué desarmo y armo
mi pistola
y te disparo en tres segundos?

Que en mi se desplaza un perseguido,
uno que no pierde de vista
sus sabuesos?
Qué soy contundente?
Un duro?
Qué golpeo el aire?
Qué golpea una sombra hasta molerla
y dejarla arrodillada?
Qué soy tanto o más cruel que titular:
“ángel de odio aparece en infausto callejón
y certero,
disparó al blanco bulto de la noche.
DISUELVE CUATRO SOMBRAS”
Qué más dicen?
Su pistola es su fiel amante
y coquetea
con la señorita paranoia?

Qué mis días
son un remolino de monstruosidades?

Qué soy en los bajos fondos una leyenda?

Qué nadie como yo lleva sobre sus hombros tan
alado sino?

Todo es cierto.
Sí.
Lo sé.
Tengo un repertorio de miradas peligrosas
y cuchillos y cananas;
por eso evito,
en el día,
mirarme en los espejos.

HAMLET EN MOTOCICLETA

¡Ofelia!
Para qué tatuarte en mi chaqueta, si ruges transparente en mis llantas, y tu rostro
en mis nubes te abandonan…
Para qué viajo en estas preguntas que matan, si desaparezco como un ruido en el
fondo de mis noches…
Por qué flotas entre las líneas amarillas de mi asfalto, y me ciegas de esta forma
si me alumbran tus ojos como luces de camiones en mis curvas...
Yo que puedo conducir de noche a noche por tus cabellos de miosotis…
Yo que bebo la luz en la penumbra abierta de tu cuerpo como un libro…

¡Ofelia, no lo dudes... no te hagas ilusiones!
por que cada palabra dicha con el fuego de mis llantas, te calcina,
y será para ti la última,
como señal fluorescente tragada por las sombras…









HOJAS DE DIARIO

A estos tipos, tarde o temprano, los pescan.
T. S. Eliot


Ahora que estoy en el filo de esta noche,
y escucho el viento rumorar entre los árboles,
pienso en el tiempo,
en el fluir de la vida y de la gente;
en estas cosas que, apenas,
un hombre puede escribir en su diario
mientras piensa en la poesía, ese muñón
de árbol que queda del naufragio,
ese oficio de sombras cotidianas.
Y así, sin apartarme de la ventana,
penetran por allí las voces de la ciudad
resueltas en aceras.
Es la calle, y veo pasar a sus hombres y mujeres,
ignorantes de lo que yo no ignoro, y no soy sabio;
y reparo en ellos, y hago mi juego diario
de hacerme preguntas hipotéticas.
Pasa una mujer, sereno el rostro,
puede ser alguien feliz;
o quizá alguien cincelado en su tragedia.
Qué vientos puede portar en su cartera?
Cuántos años tendrá su hermosa cabellera?
Será la virgen escogida por el barrio para su fiesta?
Qué estaría haciendo antes de materializarse aquí
en mi calle?
No lo sé - pero puedo suponerlo,
escarbando en la rutina -
Preparó su baño de burbujas con premura,
enfundó su cuerpo en un vestido
viva copia de tanta primavera;
y salió a la esquina colgando su mano del aire
para abordar un bus urbano.
Y de ese anciano que ahora desliza en el buzón
una carta...
Qué habrá escrito en ella?
La petición de libertad de su hijo secuestrado...?
O de este hombre que va al lado de una mujer;
pudiera ser abogado, medico, o contador,
y viene del trabajo de presentar
un balance en rojo ante una junta, y ahora,
va a efectuar alguna compra con su esposa.
Tienen dos hijos?
Serán los próximos
en ser borrados por una bomba
mientras caminan desprevenidos por la calle?
Qué oscuro secreto cargan ellos...?
Es noche, y sigue soplando el viento,
y la calle va quedando sola con sus basuras
y papeles;
mientras regreso frente al papel a escribir
la primera línea de un poema;
¡cuanta realidad hay en la poesía!
y medito, en alguien como yo;
y encuentro que soy un hombre
de esos tan comunes,
lector de libros en los parques;
y quien sólo aspira,
a pequeñas cosas en la vida, por ejemplo:
si Dios quiere,
ejercer este insoportable y bello oficio para siempre,
algún reconocimiento en vida que sirva de estimulo
y no de lustre de soberbias,
y mis poemas dentro de un tiempo
sean leídos por algún muchacho
y al cerrar el libro, exprese conmovido:
¡después de todo, este hombre tiene algunas alegrías;
un Ulises, que conquistó su propio mundo!
De mis otros asuntos, no tengo más nada que agregar.
ilustración Homenaje de Elena Ospina


ROBERTO FONTANARROSA:
UNA VIDA DEDICADA A HACER REIR


Por Ana von Rebeur. Caricatógrafa Argentina


Roberto Fontanarrosa contaba una vez que revisó su árbol genealógico y encontró que la mamá de Cristóbal Colón portaba su propio apellido, por ende asegura que él mismo es descendiente directo de Colón. Y podemos creerle, ya que en cierta forma Fontanarrosa fue un redescubridor de la historieta. Nacido en Rosario, Provincia de Santa Fe. Argentina, en 1944, falleció en su ciudad el 19 de Julio de 2007, pocos años después de habérsele diagnosticado una esclerosis lateral amiotrófica, una dolencia autoinmune que ataca las células neuromotoras. Todo comenzó con una parálisis en un brazo izquierdo que se extendió a las piernas y al derecho. En enero de 2007 dejo de dibujar, y paso a hacer los guiones que ilustraba su amigo Cristóbal Reinoso (Crist) . Su fallecimiento produjo consternación mundial, porque si había alguien vivo, en todo el sentido de la palabra, era Roberto, el reinventor de la historieta.



Su mayor mérito fue haber inventado la historieta de humor delirante, donde también se colaba algo de poesía y filosofía. Cada cuadrito suyo estaba lleno de frases desternillantes y paralelismos locos. Usó la parodia como su medio de expresión, copiando socarronamente las historias de superhéroes, gauchos valientes y mafiosos sanguinarios, y dándole un vuelco hacia el humor absoluto, en el que se adivinaba que él mismo se divertía muchísimo haciéndolo. Tuvo la misma calidad como dibujante de chistes, como historietista y como escritor de cuentos y novelas. Su producción fue impresionante, pero el mayor deleite era verlo en charlas y conferencias donde hacia gala de su agudeza, ingenio, la respuesta rápida y su capacidad de quitarle solemnidad a toda situación. Adonde el iba, la sala se llenaba de bote a bote, y había cola en la puerta. Lo seguían chicos y grandes. Y el andaba por la vida con la seguridad de quien sabe que lanzará la palabra exacta en el monto exacto para tener a toda la audiencia rendida a sus pies. Y la gente lo adoraba, agradecida de tener delante suyo a esta usina de ideas ingeniosas. El es el único que pudo darse el lujo de hablar de las malas palabras en el Congreso de la Lengua Española, que acabó a carcajada limpia. Y no porque fuera payaso, ni contador de chistes, sino porque deslumbraba con su natural irreverencia y su lógica brillante.



Autor de 33 libros de humor ( sin contar aquellos donde participó como ilustrador), creador de infinidad de historietas, columnista del diario Clarín y colaborador creativo en el grupo cómico – musical Les Luthiers, el Negro ( como lo llamaban familiarmente, por su oscura barba) era una máquina de crear. Sus cuentos sido adaptados al teatro y a la televisión en múltiples versiones, y siempre han sido garantía de éxito. En 2002 pudo viajar a Turquía como jurado del Festival Aydin Dogan Vakfi (noticia que tuve el honor de transmitirle personalmente) . Muy gentilmente, a su regreso me envió una tarjeta con un dibujo suyo. En 2005, lo volví a llamar porque me pidieron que lo convocara como jurado para el festival “Humor en las cataratas” de Foz de Iguazú, Brasil. Pero esta vez me dijo “ya me cuesta mucho desplazarme, así que lamento mucho no poder ir” .



En el último año recibió infinidad de premios y honores en la Argentina y el exterior. Fue galardonado con un premio a las letras en el “ HAY FESTIVAL” DE Cartagena De Indias , Colombia, como reconocimiento a su obra entera. Recibió el homenaje de sus colegas humoristas en un website lleno de dibujos dedicado a su afición por el club de sus amores, en “Fontanarrosa con F de fútbol “ (http://homenajealnegro.blogspot.com) Recibió un premio en el Senado de la Nación con la Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento- nombre del presidente del siglo XIX que más trabajó por establecer y difundir la enseñanza pública en su país— la máxima distinción que entrega la Cámara alta.



Asimismo, se le concedió el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Córdoba, la más antigua de Argentina, y durante la entrega del prestigioso Premio Clarín-Alfaguara de novela (cuyo jurado integraron Rosa Montero, José Saramago y Eduardo Belgrano Rawson), patrocinado por el diario de mayor circulación en Argentina, se le entregó el "Premio a la trayectoria" como escritor, que anteriormente le fuera asignado a Juan José Saer, Ricardo Piglia y Griselda Gambaro.



En noviembre de 2006, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara le otorgó el premio La Catrina, que anteriormente fue ganado por Sergio Aragonés, Quino y Rius. En cada uno de estos eventos, no perdió su espíritu, su humor, ni su sonrisa.



Un eximio escritor, un fino humorista, un impresionante dibujante y un hombre simple, directo, divertido, fanático confeso del fútbol como cualquier rosarino, que siempre conservó el estilo de barrio y los modos de la gente común, logrando que todo el mundo se sintiera identificado con el. Todo eso fue Fontanarrosa. ¿Cómo no lo vamos a extrañar?.





Su website : www.negrofontanarrosa.com/

Desde la argentina.
Omar Donizetti . Entrevista

Por Hernando Arbelo h_arbelo@guiapalomar.com

- General, por la vanguardia avanza el grueso del ejército enemigo.
- ¿Cuántos hombres son?
- Uno gordo, solamente.

- Almirante, hemos encontrado un submarino abandonado recientemente.
- ¿Cómo sabe que fue abandonado recientemente?
- Porque la leche estaba tibia y la barrita de chocolate no se había derretido."

El palomarense (ex jardinense también) Omar Donizetti podría haber seguido contando chistes en esa tarde en que se reunió con Guía Palomar. Chistes que reflejan la época dorada del humor gráfico argentino que a él le tocó vivir, crear y disfrutar. Pero, capuchinos de por medio, preferimos poner un poco de seriedad, como habíamos pactado antes de la entrevista. No resultó nada fácil con alguien que pasó más de 40 años de su vida escribiendo humor. Su rostro serio, cubierto por una barba encanada, oculta una cantera del ingenio que él descubrió casi por casualidad y un poco de buena fortuna. Le cuesta arrancar cuando se le pide que cuente un chiste. Pero, una vez encarrerado, es difícil pararlo.

Material no le falta: escribió para casi todos los medios gráficos de su época, y unos cuantos radiales, chistes y frases que se cuentan por miles.Ya con el grabador encendido, Donizetti, que llegó a la reunión armado de varias revistas donde publicó y unas cuantas fotos, empezó a narrar su maratón del humor.

Carcajadas en los pasillos del Avellaneda
Había nacido en Rosario, en los tiempos en que se la conocía por el triste apelati-vo de La Chicago Argentina, allá por el ´34. Su padre era trompetista justamente de una orquesta que se llamaba La Chicaguito. En el ´40 la familia se instaló en Buenos Aires. Cuando arrancó el primario, Donizetti empezó a mostrar la hilacha: "Me la pasaba leyendo Rico Tipo (revista humorística emblemática en aquel entonces) y Patoruzú. En la radio siempre tenía sintonizados Gran Pensión el Campeonato, El Relámpago o La Cruzada del Buen Humor. Todo eso se notaba en mis narraciones para el colegio, que siempre versaban sobre el humor".

El secundario, en el Nicolás Avellaneda, fue un dolor de cabeza para sus com-pañeros. Siempre se la pasaba haciendo imitaciones de los profesores o celadores y las carcajadas sonaban en todos los pasillos. "Más de una vez, los profesores se enteraban y mis compañeros la ligaban. Pero nunca ninguno me mandó al frente", cuenta.

Yuste, el trampolín inesperado
Cuando se recibió en 1952, y "para hacer unos manguitos para los carnavales", entró de cadete en la agencia de pu-blicidad Yuste. Tenía que ser algo temporal antes de empezar Arquitectura en la universidad. Pero se terminó quedando y fue ascendiendo hasta ocupar puestos importantes en varios departamentos. Ahí siguió haciendo de las suyas, esta vez con sus compañeros de oficina como público. Hasta que un día se le ocurrió empezar a escribir todo lo que se le ocurría "para él mismo". En 1967, cuan-do ya había acumulado una carpeta con material, se lo acercó casi de casualidad a uno de los directores de la agencia simplemente para "tener un comentario". Viendo que era algo que se podía explotar, lo pusieron en contacto con la revista Gente, donde ya estaba trabajando el célebre Carlos Fontanarrosa, un ex miembro de Yuste. Donizetti escribió unas 25 frases humorísticas para un suplemento sobre transporte. La acogida fue excelente:"Después de salir el suplemento -cuenta-, un día subo a un colectivo de la línea 39 y veo que el chofer se había tomado el trabajo de recortar las frases, pegarlas en un cartón y colgarlas.Ahí pensé: "Me parece que tendría que ser humorista´".

Carrera abierta al talento
Después del éxito en Gente, las puertas se abrieron de par en par solas. Fue Siete Días Ilustrados y le encargaron la parte humorística de Joker y Clave de Ja, donde se codeó con grandes como Quino, Jorge Guinzburg o Carlos Trillo. La estructura de sus chistes era simple: presentar una cosa normal y terminarla en "una barrabasada". Lo cierto es que calaban fuerte y no perdían vigencia.

"A mi nunca me gustó hacer humor actual. Siempre preferí el atemporal. Había chistes míos que los hice hace 32 años, los usaron (Alberto) Olmedo, (Jorge) Porcel, (Javier) Portales y hoy se siguen usando. Los levantaban de las revistas donde yo escribía", comenta.

Lo singular era la forma en que Donizetti realizaba su trabajo. Es que los chistes no se le ocurrían sentado en un escritorio frente a la máquina de escribir, como es común en cualquier escritor o humorista, sino en el subte, el tren o el colectivo. Ni siquiera los anotaba. Los memorizaba y después los volcaba al papel en su casa (por entonces ya se había mudado al barrio) o la agencia.
A principios de los ´70, llegó a sus manos un ejemplar de la revista humorística cordobesa Hortensia y quedó inmediatamente enamorado de su estilo. "En Córdoba, el humor es una fruta que está en los árboles. Hasta el mozo de un bar es humorista", explica con algo de nostalgia.
La experiencia que había acumulado le facilitó la entrada a esa revista mediterránea:
"Toqué el cielo con las manos, porque Hortensia era mi Norte. Encima, cuando sale el ejemplar, uno de mis chistes lo habían graficado y puesto en la tapa. Eso fue el zumum", se exalta.
De los días de radio al "basureo" de MenganoDe Hortensia surgió que lo contrataran en 1974 para el radial Rivadavia con Todos. Era un programa de actualidad que necesitaba un toque de humor. El conductor Leopoldo Costas tenía cierta relación con Hortensia y necesitaba armar un equipo de 10 humoristas. Se fue a Córdoba y allá le dijeron:"Para qué te venís acá si lo tenés a Donizetti en Buenos Aires". El programa duró diez meses y en él escribía 10 chistes por día. Ahí conoció a Carlos Marcucci, que con Trillo, Alejandro Dolina y Osvaldo Soriano armaron la revista Mengano, donde lo invitaron a participar. En Mengano tenía su propia sección que se llamaba Basura. Pero la revista duró sólo un año. "Pretendimos hacer un Satiricón menos sucio y tendríamos que haber hecho un Rico Tipo más jugado", reflexiona. A esas fallas se le agregaba la censura que empezaba a sufrir el humor ante una democracia que se desmoronaba.

Una competidora para Lolita
Siempre trabajando con grandes, Donizetti recaló en La Tarde, de ese genio periodístico (aunque también bastante discutido) que era Jacobo Timmerman. "Ahí había que crear un personaje que fuera lo opuesto de la Lolita de Crónica. Y me tiraron el paquete a mí. Creamos a Virginia, una piba hermosa y rescatada. La empezamos de cero y cada día le íbamos agregando cosas. Pero todo se tenía que resolver en un cuadrito, a diferencia de los tres o cuatro de Lolita. Pero La Tarde duró solamente un año", se lamenta.

Humor, años de plomo y democracia
Los tiempos de la Dictadura no fueron fáciles para las revistas humorísticas. Donizetti, sin embargo, tuvo la suerte de recalar en Humor y luego en Sex Humor, geniales creaciones de Andrés Cascioli que fueron de las pocas que no vacilaron en jactarse de los traspiés que el régimen militar daba a principios de los ´80. "Sex Humor no era muy cómodo para mi porque me gustaba hacer humor para la familia, limpito. Por eso, cuando llegaba la revista a casa, la escondía para que no la vieran mis hijos", comenta.

A esas alturas, el humorista se había hecho tan conocido que no le costó integrarse a la Tía Vicenta de Landrú (la misma que había "osado" decirle La Morsa al ex dictador Onganía) y al mismo tiempo retomar Hortensia, su gran amor cordobés. De esa publicación le fueron saliendo pedidos para trabajar en suplementos de diversos diarios del interior del país. Trabajo, en fin, no le faltaba.

Difícil es retirarse
Los cambios culturales de los ´90, más la brutal recesión de fines de la década, fueron relegando esas publicaciones hasta hacerlas desaparecer. Durante aquellos años Donizetti tuvo algunas participaciones en Clarín, el programa televisivo Café Fashion y hasta le hizo algunos chistes teatrales a Jorge Corona y Nito Artaza. En 1997 se retiró de Yuste, a la que nunca abandonó pese a su éxito mediático, y algunos años después se jubiló. Jubilado es sólo un decir para el humorista.

"No me puedo retirar del humor, lo tengo incorporado en mí", explica. Tal es así que, semana tras semana, y como para no perder práctica, Donizetti crea nuevos chistes que se pueden disfrutar pegados en las paredes de una conocida parrilla de Palomar, donde nunca falta un comensal que, como en los tiempos del Avellaneda y de Yuste, estalle a carcajadas escuchando las anécdotas del humorista.