2.5.07


¿POESÍA QUINDIANA EN MOVIMIENTO?
Carlos Fernando Gutiérrez Trujillo

letrasdelcafe@yahoo.com

Somos una región de poetas. A muchos les brota ese vate espontáneo que tienen en su sentimentalismo juvenil y cometen versos lacrimógenos y circunstanciales. Afortunadamente el tiempo es implacable y sólo quedan unas pocas vetas, ricas en imágenes y temas universales. “Sólo es poeta aquel que logra mantenerse en su oficio, después de los treinta años”, nos decía el maestro Euclides Jaramillo Arango. Cuando los sentimientos simples se anteponen al arte, cuando las circunstancias enternecedoras habitan el verso, peligra el poema. Drumond de Andrade anunciaba: “Lo que piensas y sientes, eso aún no es poesía”. Debemos recuperar un nuevo rumbo poético para la región. Aventurar nuevas lecturas, que den cuenta de los rumbos de la lírica contemporánea. Nuestra realidad requiere otros lenguajes para expresarla.

El poema no es sólo la visión inmediata del hacedor de versos. Tiene que ver con muchas otras realidades. Octavio Paz propuso: “El falso poeta habla de sí mismo, casi siempre en nombre de los otros. El verdadero poeta habla con los otros al hablar consigo mismo”. Postulemos una crisis del sentimentalismo, de la palabra para decorar el lenguaje, de la afectación inmediatista de crear, del poema escrito en instantes de soledad, tristeza, euforia o crisis existencial; recuperemos el verso salido de los lugares comunes, aventurado en los temas de nuestra ciudad o pueblo, llenemos las líneas de personajes locales y universales. Avalemos la búsqueda de las esencias y no las apariencias formales de nuestra tradición. Entablemos un diálogo con la poesía mayor. Nuestra tradición también es occidente, nos decía Borges, Hay voces mayores, autores representativos de la poesía en Lengua Española actual, que orientan los actúales rumbos de la poesía: Roca, Sabines, Gelman, Quessep, Belli, Dalton, Paz, Zaid, José Manuel Arango, Juan Restrepo, Baquero, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, .

Abogemos por una escritura que esté fuera del sentimiento inmediato y personal. Que ella no sea ni confesión, ni diario íntimo. Si escribimos sobre nosotros mismos que nos percibamos de manera universal. “La capacidad de sentir del corazón no conviene a las tareas poéticas”, decía Baudelaire. Los versos deben construirse con más inteligencia, lecturas y oficio. Postulemos una estética de la anormalidad, como lo hicieron en su tiempo los simbolistas franceses. Separemos el corazón y la espontaneidad, que ellos no rijan el constructo del poema. Disonemos con el mundo. No busquemos siempre el agrado del lector. El artista literario debe buscar que su poesía sea un comienzo en la lírica regional y dotar la palabra de otros rostros y cuerpos.

Rebelión de los vocablos cursis. De las imágenes evidentes y claras. Busquemos otras vías para llegar al poema. Construyamos una obra crítica que no ignore su tradición, pero que no se esclavice en ella. Poesía que se convierta en presencia humana, pero reflexiva. Hecha de tiempo vertical. Propongo este poema de Gustavo Rubio Guerrero (Armenia, 1952). Un escritor quindiano que ha logrado una verdadera renovación en la actual poesía quindiana:

MUSITECA

Música entera para festejar
Miles de muertes en un año
La danza clavada en rostros geométricos da pasos exactos
Baila en ballenatos la historia y el crimen
Dulce bolero ocupa las horas llega la perversa
Falta el amor dice se tiende desnuda
A esperar sin duda al vampiro ese pasillo evoca
Disfraza la eterna podredumbre
La balada es imitación de tango rock lento
Un vaso de cerveza el vampiro arriba
Mozart y Bach en la noche de disparos
Mujeres ensayan blues el mundo fragmento
Bebamos sin parar dice la voz extensa de la patria
La marcha militar pisa los muertos
Payasos con micrófono hablando de paz
Un cuarto plenitud cerrada del discurso onírico
El vampiro exprime últimas gotas de sangre derramada
La sangre ronda nuevamente por los patios
Cierro la puerta este sábado
Tiro mi rostro y la historia a la basura.

2 comentarios:

Otto Ricardo dijo...

Saludo a los amigos Carlos Alberto Villegas, Fernando Mesías, al profesor Castrillón, a la bella Eva.

Otto Ricardo.

Anónimo dijo...

Este poema de Gustavo Rubio me suscita la percepción de que cada verso es un disparo --y cada uno es distinto del otro al punto de que cada línea parece tener identidad propia. Como técnica, una novedad; como unidad, una ráfaga. Claudio Berrío